martes, 12 de julio de 2011

Sobre mi... regresando

En mi época tonta, una de esas terribles epocas que ocurren en la vida, me vi envuelto en una situación extraña: Había encontrado la persona ideal, el ser humano perfecto (incluyendo en estatura) había visto la alegría que llevaba mucho tiempo buscando y estaba fascinado con ella.
Almuerzos expontaneos, citas repentinas, largas tardes conversando y bebiendo cocteles en un mundo creado para dos personas. Era feliz y sentía que estaba haciendo feliz a alguien. De la nada él quiso irse y como siempre, yo dejé que se fuera aun cuando yo lo que quería era habitar su misma piel; con la incertidumbre de mis tardes solitarias y con el miedo de no poder volver a almorzar o a beber cocteles si él no estaba a mi lado.
Ahhh pero olvidaba un tercer personaje en esta historia. Él era alguien al margen de mi historia, pero presente, tan presente que fue la tabla de salvación para no enloquecer en aquellos días… pero con el fatal desenlace de un sentimiento en su pecho, cuando en el mio yo solo tenía un vacio enorme.
No mentí, nunca prometí nada, no dije palabras bonitas porque todas las había entregado ya a alguien que no las quiso, pero aun así me sentía culpable de haber sembrado sin querer sentimiento, de haber impulsado sin querer su corazón en una loca e infructuosa carrera para conquistar el mio… entonces en sus palabras de amor y en sus acciones hermosas me vi a mi mismo.
Ahí estaba yo, semanas atrás, ofreciendole lo poco y nada que tenía en mis manos a alguien que no lo quería, con la diferencia que yo no había tenido los huevos para decirle a esa persona “Aquí estoy y me estoy ofreciendo con el corazón desnudo”, él si me lo estaba diciendo, me lo estaba gritando a la cara con los ojos llenos de lágrimas y no pude entender por qué mi corazón pedía algo a alguien pero se negaba a recibirlo de otra persona…. ¿yo era malo? ¿ya estaba tan dañado que solamente podía recibir lo que quería de quien lo quería y no podía ver lo que generosamente se me ofrecía?
Este segmento de una historia acaba aquí, en medio de la nada, con todo a la mano pero con miedo de tomarlo; Este segmento de la historia acaba aquí, porque muchas veces han sido mas interesantes los cuestionamientos que me surgen en la vida que las soluciones que he dado a ellos. Este segmento de historia acaba aquí porque quizas éramos dos personas viviendo nuestras propias tormentas y nadie sabe cómo acabarán las tormentas.


Un beso a mi hermosa cubana... por sacarme de mi encierro.

martes, 5 de octubre de 2010

Sobre asaltos... de los peores.

Los asaltos son, en cierta medida, imprevisibles.

Un derrumbe colosal de ideas, de conceptos, de sentimientos. Todo se mezcla y en el medio nosotros, pobres cristianos, simples víctimas de las circunstancias.

Claro, como todo puede estar peor, podemos decir que el asaltante sea un recuerdo. Un viejo, enmohecido y lejano recuerdo que creímos tirado para siempre pero que simplemente había sido barrido por debajo de la alfombra.

A quién, en el momento más inapropiado y bajo la más patética luz amarilla, no se le llegado de repente la imagen de algo perdido, algo olvidado, una caminata, un atardecer lluvioso o una carta escrita, aun cuando la manía de escribir poco a poco se ha ido perdiendo.

Deberían condenarse como los peores, los asaltos de la memoria.

Los recuerdos llegan, golpean, destrozan y se van tan tranquilamente; que puedo dar fe que son los peores criminales que he conocido: nunca pagaran por su delito.

Sí, es la verdad, también los hay hermosos. Recuerdos bellos que te alegran el alma y te brindan un poco de paz. ¡Ja! También ellos, te lo puedo asegurar, cambiarán de rostro con el pasar del tiempo; también los hermosos recuerdos algún día hacer llorar.

Vaya mierda de texto me ha salido hoy. Quizás es la estúpida lámpara de luz amarilla que ahora mismo tengo en mi cabeza, o el día gris y lluvioso que me regala la Bogotá de estos días.

Yo que sé… simplemente dentro de todos los asaltos de la memoria, recordé que tengo un blog… uno que siempre me espera…uno al que siempre vuelvo.

miércoles, 16 de junio de 2010

Sobre mi opinion...no apta para taurófilos.

Un día me senté a mirarlos… contuve el aliento y las ganas de vomitar y me dispuse a perder unos minutos de valioso tiempo mirando la escena medieval que se observaba en mi televisor.
El asesino hermosamente ataviado, con traje y ademanes maricamente antiguos; la victima sin la más puta idea de dónde estaba… como casi todas las víctimas.
Sangre, dolor y muerte. Es lo que más atormenta al mundo de hoy y curiosamente se sigue considerando un deporte… de gente ilustrada, ¡lo cual es peor!
El pasado sábado un novillero se negó a matar un toro. Lo llevaron preso (increíblemente) por no haber cumplido su sádica encomienda y le cobraron una multa para dejarlo libre. Su único argumento fue que había tenido miedo. ¡Miedo!
Hay que tener un par de huevos bien puestos en ese traje brillante para decirle a un montón de enajenados deseosos de sangre que se tiene miedo del animal.
Sí, porque habríamos de tenerle miedo al animal.
¡Ya quisiera ver si hacen lo mismo con un animal completamente sano, alimentado y salvaje!... a esos si no tendrían los huevos para parársele de frente con un trapo a hacerle señas; un animal sano si les metería los cuernos culo arriba para ver si es muy bonito que te perforen en frente de otra gente gritando de alegría.
Si, para mí el novillero miedoso sí es un valiente… hay que ser valiente para meterse la mano al bolsillo y pagar una multa por hacer el bien. Hay que ser muy valiente para tomar una decisión a pesar que toda una horda de gusanos sedientos de sangre te llame marica miedoso. Hay que ser muy valiente para, aunque sea por miedo, escoger la vida y no la muerte.
Odio sobremanera el maltrato a los toros. Odio sobremanera los toreros floripondios que demuestran su hombría acosando hasta la muerte un animal que no pidió estar ahí. Odio sobre manera aquellos que detrás de la barrera, admiten, permite, fomentan y disfrutan la masacre, la tortura, la muerte.
Convoco a todos aquellos que tildan de miedoso al novillero miedoso, a que hagan algo más notable, qué se yo, pescar solo con red tiburones en el atlántico o enfrentarse a un tigre de Bengala con un libro religioso y mucha fe como armas. Eso sí sería notable… eso si sería diferente.
Un día me senté a mirarlos… contuve el aliento y las ganas de vomitar y me dispuse a perder unos minutos de valioso tiempo… Fue solo una gran pérdida de tiempo… Fue una muy triste y horrorosa pérdida de tiempo.

viernes, 4 de junio de 2010

Sobre el regreso... el feliz regreso.

Tres noches sin dormir, litros y litros de café que dejarían en coma a un mamífero mas grande que yo, huellas en los dedos y trabajos en cartón que son el resultado final de todo lo anterior.
Un día, hace mucho tiempo, no sabía qué camino tomar.
Me refiero, a que hace unas mañanas me levanté, salí de mi casa apurado después de darme el lujo de darme “cinco minutitos más” antes de ir a la ducha, lo que desencadenó una serie de retrasos mortales, cuando de repente mi parada de autobús estaba cerrada. Que digo cerrada… una malla de tela verde había separado completamente mi calle de la calle del frente. Oficialmente había viajado en el tiempo y en el espacio y era parte de un mundo dividido por un muro.
¿Dónde se toma el autobús cuando no hay calles para esperarlos?
Una llovizna leve, rara entonces, cotidiana ahora, me estaba arruinando veinte mil pesos en papel especial y una sensación de estar perdido que, como siempre, llego con un enorme deseo de llorar. Ese era yo, volviendo al pasado, en una Bogotá desconocida y sin saber a dónde caminar, hacia dónde ir… dónde esperar el autobús.
Llegue a clase dos horas tarde, con el papel hecho una miseria, a la clase de un profesor que no habría de llegar.
Ahora no llego tarde. Ahora se me ha hecho familiar el camino de seis cuadras para tomar el autobús que antes pasaba por la esquina. Ahora sé qué camino tomar.
Después de un largo periodo, las vacaciones han llegado, back in bussiness, un semestre más, ocho restantes, una larga vida por diseñar y muchos trasnochos por venir… pero por ahora soy libre, a retomar viejos hábitos, a recorrer territorios conocidos, a ver viejos amigos a quienes contarles que por fin, las vacaciones han llegado.

viernes, 16 de abril de 2010

Sobre mi cotidianidad

Primero que nada déjame aclararte que no es olvido, siempre lo digo; es que el tiempo lo perdí de golpe y aquellos días en los que solía ser dueño de mis actos ha pasado. Ahora es la arquitectura quien me traza el sendero… ¡Y quién soy yo para contradecirla!
Me levanto cuando aun es de noche, antes era más fácil, me levantaba con el ánimo de quien está en la costa y quiere visitar el mar, pero es que el clima me ha mostrado la realidad, las mejores horas de sueño siempre son aquellas donde el frio se cuela por una rendija bajo la puerta y darías cualquier reino terrenal por aquella cobija que tienes sobre el cuerpo… pero la arquitectura sigue haciéndose sentir a través de la incesante alarma de mi móvil repitiendo, gracias a un ringtone de 4000 pesos más Iva “Arquitecto, es hora de levantarse”
Las clases en general me gustan, menos Urbanismo… no sé qué pasa pero es que el urbanismo me puede, me golpea, me agobia: Calles, esquinas, pasos peatonales, todos me los imagino en la noche y con los ladrones al acecho.
Los profesores son geniales, todos, hasta el de urbanismo.
Me gusta mucho la de sistemas, es una vieja de mierda que me hace la vida a cuadritos, ¡pero es tan adorable!; entre risas y dulzura te clava un puñal en medio de la maqueta, y has de saber querido amigo, que después de horas de trabajo, duele más la maqueta que el corazón. Quisiera decirle “Bruja de los infiernos, ¿acaso no ves la cantidad de tiempo invertidos en cortar cada pedacito de cuerda y de madera?” Pero es que con tanta amabilidad… ¡Como podría tratarla mal!
Ya después voy en el bus, de regreso a casa, con la cara pegada a los cristales sucios donde se puede ver que alguien antes tuvo la cara pegada y escuchando esa odiosa música que suelen escuchar los conductores. Nunca me puedo dormir en los autobuses, siempre tengo la temible sensación de que despertaré cuando todos se hayan bajado y yo, solito, me encuentre en un estacionamiento gigante de buses moribundos viendo caer la tarde.
Nunca puedo dormir en los autobuses, ¡pero como quisiera! Envidio a aquellos que con las fauces de par en par sueñan libres de todo presentimiento y malestar. Yo nunca podré dormir en los autobuses, por lo menos no mientras viaje solo.
Llego a casa, como comida fría que preparé desde el día anterior, veo un poco de televisión y de leo algo; generalmente siempre hay algo de Urbanismo para leer, pero no lo hago, en ese momento prefiero leer a Augusto Monterroso o releer alguno de esos que sabes que tanto me gustan.
Ahora que lo pienso, hay un momento del día que si es mío, completamente mío, y es cuando le doy vueltas y más vueltas al facebook, maldita pagina que no puedo dejar de lado. Algún día dejaré el Facebook y la Coca-cola; el café no, ese lo necesito en las venas, pero si los otros dos, ¡qué odiosos me resultan!
Siempre hay algo que hacer. Siempre las madrugadas, ese tiempo que eran exclusividad de mi blog y de Oz, ahora le pertenecen a la arquitectura… Pintando un plano, un mapa, una callecita con un monacho feo que representa un humano pero que parece más un cigarrillo.
Cuando ya estoy durmiendo, a pocos minutos de tener que levantarme de nuevo, pienso en todos mis amigos, como tú, en los que no visito y a quienes les digo que mi ingratitud no es olvido, pienso en mi lejana galaxia, inquieta y sola, recriminándome a lo lejos las telarañas que se forman en sus esquinas.
Cuando ya estoy durmiendo, a pocos minutos de tener que levantarme de nuevo, pienso en aquellos amigos que me dicen que nunca trasnocharon en su carrera… entonces creo que es la arquitectura, la puta arquitectura a la que le quiero entregar mi vida entera.