viernes, 28 de septiembre de 2007

Imaginación prestada


He escuchado que las reservas, particularmente las de petróleo, son las encargadas de sacar adelante un país en caso de una emergencia extrema. Buscando en lo más profundo de mi billetera, saqué treinta mil pesos que me sacarían del aburrimiento extremo en el que me encontraba ayer.
Little Miss Sunshine es una película que había querido ver cuando la estrenaron hace varias lunas y particularmente, ayer había una función especial y después de buscar entre todos mis posibles acompañantes, decidí ir solo.
Había escuchado sobre la niña (Abigail Breslin) nominada al Oscar por su interpretación, sobre la nominación a tres más de estos premios y sobre los dos que se ganó. Había leído columnas a favor y en contra de esta película, emociones cotidianas que tienden a chocar si tenemos en cuenta que cada cabeza es un mundo.
Pero, vaciando todas las historias y lecturas previas, me lance al ruedo, armado con un Hot Dog, una bolsa de palomitas de maíz y una gaseosa.
Primero que nada, había escuchado que la niña con toda su ternura y su pancita falsa no lograban conmover a nadie. ¡¡¡Pero… que… por favor!!! Aquella escena donde la niña le dice a su abuelito que no quiere ser una perdedora porque su Papá odia los perdedores, hace a esa niña merecedora de algo más que un oscar, hace merecedora de cualquier corazón. Yo he convivido con niños el 90% de mi vida, quizás por eso sigo siendo demasiado niño para mis muchos siglos de edad, y puedo dar fe que la carita que esa niña pone al llorar, es exactamente el llanto de un niño, un llanto que no es amargo como el viejo ni terrenal como el del joven, es un llanto que expresa su nacimiento, es un llanto que marca el ahogo cuando es triste y que libera cuando es de felicidad. Yo he convivido con malas telenovelas el 90% de mi vida, y puedo decir que ese llanto postizo y obligado que lanzan las estrellitas débiles no es ni la mitad de emocional al llanto de esa pequeñita.
También me identifiqué con aquel chico daltónico quien descubre que será rechazado en la fuerza aérea. A mi me pasó lo mismo, solo que yo protagonicé mi rechazo directamente en los exámenes de admisión. Ni siquiera tenía idea de que nuestro idioma acuñara tal palabra ni que mis ojos no podían acuñar la totalidad de colores requeridos.
Esa película fue simplemente un cuento; un cuento de esos que me gusta leer. Un cuento donde los personajes son fantásticos en su simpleza y las cosas simples son maravillosamente elaboradas. Las situaciones quizás son imposibles, los personajes talvez son demasiado increíbles, el viaje talvez es irrealizable, pero, ¿acaso no es ese el recurso que nos heredaron los grandes cuentistas para cocinar una buena historia? Yo supe disfrutar esa película, mucho más que las palomitas y el hot dog. Yo saboreé el cuento que alguien construyó para mi, viéndome reflejado en una serie de personajes y situaciones cómicos, sutiles y adorables. Yo me devolví veinte años atrás, cuando todos se preocupaban porque era un niño gordo, pero ninguno se preguntaba si era un niño feliz. Yo quise vestirme con el personaje de esa niñita sincera y regordeta que hasta último momento, aun viéndose en total desventaja frente a sus rivales, saca una casta heredada de su abuelo, un hombre que a propósito, dice algo, quizas no muy apropiado, pero si demasiado profundo: “Los jóvenes no tienen excusa para consumir droga, los ancianos no tienen excusa para no hacerlo”. Yo, citando a Liniers, dejé que alguien me prestara por un ratito su imaginación para hacer más grande la mía.
Ese era yo, solo, con las manos en los bolsillos, caminando rumbo a casa. Paré en la heladería y exterminé las reservas del sueldo anterior con un helado de cereza enorme. Era hora de endulzar la boca después de haber endulzado durante cien minutos el corazón.

Little Miss Sunshine - Teaser

lunes, 24 de septiembre de 2007

Recuerdos de una noche


“¡Si! ¡¡¡Sigan damas y caballeros, niños y niñas!!! Este es el circo, aquí es donde la diversión comienza... aquí es donde la magia nace”.
Esa era mi función. Ese era mi único acto. Esa era mi labor eterna, detrás de mi gran nariz roja y mis calzones enormes de puntos rojos.
El hombre más fuerte del mundo era mi mejor amigo. Fue el quien me enseñó los trucos para hacer del maquillaje un camuflaje fenomenal; también él, alguna vez, tuvo que utilizarlo y también él, alguna vez, quiso existir más allá de esa máscara. Un día él aprendió a usar sus grandes músculos y a hacer gala de ellos. Dobló sillas, mesas, barrotes, dobló todo lo que encontró posible y dobló algunas cosas imposibles de doblar, hasta el punto en el cual los mismos elefantes no salían de su asombro. Entonces el dueño del circo comprendió que a falta de un talento para la risa, este hombre poseía el talento para asombrar los límites humanos. -Todos tenemos un talento- pensé al escuchar la historia de los propios labios del hombre más fuerte del mundo - pero el talento lo ocultamos tras una mascara y pretendemos ser un simple payaso cuando podemos llegar a ser el hombre más fuerte del mundo-
Esa noche, cuando la función terminó, me senté con mis pantalones gigantes a mirar las estrellas. Una baraja completa de payasitos enanos desfilaba frente a mis ojos, guiados por un enano más anciano que llevaba una antorcha en su mano… iban con trajes coloridos, caminando con paso militar sin moverse un solo centímetro de la línea imaginaria que el anciano
trazaba. Uno a uno, sin prisa, entraron en silencio a su pequeña carpa. No habían dejado la sincronía de su paso ni un solo instante. - Ellos, al igual que las estrellas, desempeñarían su papel mientras la función dure – pensé mirando las estrellas de nuevo- pero al igual que las estrellas, solamente su disciplina era lo que los hacia grandes, aun cuando nadie las mira las estrellas siguen alumbrando. Aun cuando nadie los mira, los enanitos son un invencible ejército al mando de un gran general-.
Me quité los zapatotes y mis pies lucieron rojos bajo la inclemencia de todo un día de pie. La uña que me había golpeado el día anterior se mostraba casi negra y tuve la certeza de que se caería. Pensé lo injustos que habían sido todos conmigo; nadie me había ayudado a pregonar entre la gente que esperaba el inicio del espectáculo. Los ruidos de un llanto me llevaron a mirar dentro de la carpa. Ahí estaba esa niña que todos decían que era la mejor en el trapecio. Estaba ensayando una y otra vez aquella parte en la que había cometido el error frente al público. Seguía llorando; la escuche llorar luego de la presentación, la escuché llorar antes de despedir la función de esa noche (luciendo una maravillosa sonrisa) y la escuchaba ahora, mientras ensayaba. También ella estaba cansada; también ella debía tener sus manos rojas y alguna uña casi negra a punto de caerse, pero no dejaba de ensayar su acto. –La niña será la mejor en el acto por siempre, no porque nunca llegan a ella los errores, sino porque sus manos desafían el cansancio para lograr superarlos – pensé mientras ocultaba de nuevo mis pies en los zapatotes
– las lágrimas no son más que la expresión de su inconformismo y en la medida de que haya un deseo de cambio, este deseo siempre evolucionará en algo mejor-
Caminé de nuevo, me alejé un poco, recordé mi sueño inicial de caminar en la cuerda floja, esa era mi ilusión inicial cuando llegue con mi pequeña maleta para quedarme para siempre, pero mis posibilidades eran nulas, Marius era el mejor que había visto en mi vida y en ninguna medida yo podría superarlo. Recordé el primer día que vi a Marius, era tan fuerte y tan decidido que me disminuí inmediatamente, opte por elegir el maquillaje para ocultar mi rostro, los grandes calzones para ocultar mi cuerpo y una sonrisa eterna para ocultar mi corazón.
En ese momento estaba junto a la jaula de un león viejo y solitario. Estaba despierto, mirándome con una lastima ajena que me llevó a pensar por un momento en acercarme. Pero, ¿acaso no era yo quien debería sentir lastima por verle en su jaula? Él, que era rey en la selva, se había limitado a posar para los niños engreídos y las señoritas gritonas que aplaudían felices al ver un viejo león humillado, saltando en aros de fuego para su entretenimiento. Quise acercarme y acariciarlo, pero entonces recordé que él era el león, un rey destronado pero rey al fin, cuya serenidad obligada podía de repente cambiar de ángulo y dejarme sin mano. – Quizás él me esta mirando con mis propios ojos – pensé alejándome de la jaula del león – quizás él siente lástima de ver mi propia jaula y se pregunta por qué no logro huir de ella, si tengo todas las posibilidades de ser rey, un rey pequeñito, pero rey al fin-
Esa noche terminó.
Luego, muchas noches después, antes de la función, escribí las cosas más importantes que había aprendido bajo la enorme carpa:
“Oculté bajo la mascara y los calzones de un payaso el cuerpo del hombre más fuerte del mundo pero nunca dejé de pensar como tal, fue así como comprendí mi capacidad de doblar cualquier cosa que se pusiera en mi camino, incluyendo mi camino en si mismo. Dominé ese cuerpo, le exigí a ese cuerpo, discipliné mi cuerpo, porque necesitaba que tomara una forma acorde a lo que era la mente, y para eso me enlisté en mi propio ejercito personal, del cual aprendí a ser General y Soldado, sin salirme ni un solo instante de la línea imaginaria que había trazado mi enanito guía. Lloré por los errores, pero nunca dejé de ensayar una y otra y otra vez, porque esa es la única manera que se construye la perfección, porque esa era la enseñanza que había recibido de la mejor trapecista del circo, por esos días en que estaba buscando mi destino, en que estaba intentado dejar atrás la jaula imaginaria que había construido y sentirme vivo, fuerte… saberme rey”.
Guardé el papel en mi morral y me apresuré a salir. Ya el maestro de ceremonias estaba anunciando por primera vez el acto doble en la cuerda floja y al otro lado del escenario Marius, mi colega, estaba esperando la señal para robarnos el corazón del público. Marius nunca había sido el rival que yo debía superar; ese rival era yo mismo
…. Al final todo valió la pena.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Genialidades (1)

En mi anterior post pocos vinieron por esta galaxia… a veces siento que la gran mayoría de los que me escriben son los únicos amigos que tengo, así que, es como ir a la casa de mis amigos con el balón bajo el brazo, pero la Mamá no los dejó salir a jugar… pero bueno… a la labor de nuevo. Siempre he estado seguro de mi genialidad, aun cuando no se en que se basa la misma. Escribo, canto, dibujo, invento, declamo, compongo, actúo… pero todo se queda en la oscuridad de la noche porque mi genialidad es una genialidad temerosa de la opinión ajena… hay genios que no temen, y se lanzan… y hacen cosas como esta, que tome prestada de la pagina de autoliniers (la cual está genial y me ha robado horas de trabajo para fisgonearla como debe ser a pedazos)… aquí está la primera de varias entregas que haré… sobre un genio.



















jueves, 20 de septiembre de 2007

Sobre héroes personales


Por esta época Colombia esta en periodo de elecciones. Época donde los políticos se vuelven buenos, las ciudades se vuelven chicas y las calles se ven cubiertas por todo tipo de publicidad que pasado un tiempo hará parte de la indumentaria de los indigentes.
Pero lo políticos ya no tienen ideales. Ya no sienten el partido. Ya no viven al pueblo.
Los políticos actuales no son mas que prostitutas esperando que el pueblo venga, las emborrache y les pague por ello (ofreciendo todas mis disculpas a las prostitutas, quienes poseen más dignidad y convicciones)… entonces es donde les vengo a contar sobre uno de mis personajes favoritos. Un político.
"Hay que procurar que los ricos sean menos ricos y los pobres sean menos pobres."
Colombia caminaba por el final de los años cuarenta y la lucha de dos partidos por el poder nacional. El presidente Ospina Pérez quería mantener la bola en su terreno de juego; Jorge Eliécer Gaitán la iba a reclamar para la oposición.
Gaitán, ese era un verdadero político, no sé si sería un ladrón o si tendría líneas oscuras que su biografía no nos ha enseñado, pero yo admiro al hombre, al fulano que se levantaba en la gélida Bogotá a las cuatro de la mañana para darse un baño con agua fría y continuar así una jornada de horas interminables.
Supo entender a la muchedumbre, supo hablar el lenguaje de los ladrones, de las amas de casa, de los perdularios, de los que no tenían donde pasar la noche, de los que vivían de la misma noche; supo explicar lo que se sentía despertar en una ciudad que sentías ajena, que sentías extraña, que no te quería. Ese hombre es al que admiro, porque si bien cenaba en buenos restaurantes y vestía trajes finos, no era raro verlo compartir almuerzo en un restaurante de esos donde el mantel es de cuadritos y el menú se limita a un único plato elegido sabiamente por la cocinera.
“Un principio que debería ser la base fundamental de las auténticas democracias: el que no trabaja no come, que es opuesto a la simulación de la democracia en donde el que menos trabaja es el que más come."
Pero hay un punto donde me quedó prendado… el orador más allá del político. Gaitán tenían un verbo convincente y aterrador. Saboreaba las palabras, las empezaba con una tranquilidad pasmosa que poco a poco se iba desgranando en ademanes sinceros y convencidos, diluyendo las frases, entregándolas con fuerza que en una medida imposible de medir se volvía incontenible. Entonces las palabras ya no eran palabras, eran gritos desgarradores que el pueblo escuchaba con nudos en la garganta y con lágrimas en los ojos y que estallaba en vivas y aplausos cuando el les entregaba su histórico grito -"¡A LA CARGA!"-
Aun así, no fue en la congestión de banderas y vivas y gritos y aplausos donde se conoció su verdadero poder. El 7 de febrero de 1948 Gaitán realizó un desfile de duelo por las incontables víctimas de la violencia oficial en el país. Vestidos de luto, con riguroso negro aun en las rojas banderas que simbolizaban el partido, más de sesenta mil colombianos se volcaron a las calles, llegaron a cumplir con el mandato de su “jefe”. No dijeron una sola palabra, no dieron un solo grito, no hubo una sola arenga. Estaban de duelo porqué el caudillo del pueblo así lo había decidido… por él, darían hasta la vida.
“Señor Presidente: Aquí están presentes todos los hombres que han desfilado y demuestran una fuerza y un poderío no igualados y sin embargo, no hay un solo grito. Aquí hay una contradicción a las leyes de la psicología popular. Un pueblo que es capaz de contrariar las leyes de la psicología colectiva es un pueblo que os demuestra que tiene un espíritu de disciplina capaz de superar todos los obstáculos. Ningún partido en el mundo ha dado una demostración como ésta. Y esto obliga a los hombres universitarios a escucharla y oírla. Somos la mejor fuerza de paz en Colombia. Somos los sustentáculos de la paz en Colombia, y mientras en las veredas y en los municipios fuerzas minoritarias se lanzan al ataque, aquí están las grandes mayorías obedeciendo una consigna. Pero estas masas que así se reprimen también obedecerían la voz de mando que les dijera: Ejerced la legítima defensa”.
Gaitán fue asesinado el 9 de abril de 1948. Bajo hechos que se refugian en la penumbra de la historia el crimen nunca tuvo un perpetrador exacto. El único sospechoso fue despedazado por la marejada de hijos que se habían quedado huérfanos, habían perdido lo más grande que un hombre puede anhelar, habían perdido una razón para creer en un futuro. Despedazaron al sospechoso que quedo tirado en la plaza con su zapato izquierdo, la ropa interior a jirones y dos corbatas en el cuello. Despedazaron el tranvía que murió con Gaitán. Despedazaron a Bogotá y no sintieron pena por ello, porque querían despedazar al país, a ese país donde los sueños morían mucho antes de tomar forma.
"Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal."
Hoy les vine a contar de uno de mis héroes, al único que veo día tras día en los billetes de mil pesos (la imagen que puse equivale el precio de una coca-cola) y al que la historia colombiana no ha logrado reemplazar, pensaría yo que nunca logrará siquiera igualar.
“Yo no soy un hombre, soy un pueblo… el pueblo es superior a sus dirigentes”
Por eso, para hablar Gaitán, prefiero abrir la memoria y quitarme el sombrero.

lunes, 17 de septiembre de 2007

milenarias amigas


Los griegos antiguos se sentían privilegiados por la visita de tan venerables damas. Eran bienvenidas, recibidas, amadas… yo ya no se que hacer con semejantes vejestorios que siglos después llegan a darme vueltas y vueltas, poniendo temas en mi cabeza por montones y sin orden alguno.
Nueve musas, nueve vetustas que ya no brillan como antes y que sufren de los problemas seniles que ofrecen miles de año guiando el inventivo humano.
He conocido algunas, noctámbulas todas ellas si tenemos en cuenta que han llegado siempre cuando el reloj pasó de largo las doce de la noche. Erato fue la primera. Tomando como referencia que nací hace casi veinticinco años pero con un alma más vieja que la historia de cualquier pueblo, conocí a Sor Juana Inés de la Cruz a los 6 años y esta digna señora le abrió las puertas a la musa de la poesía. Una poesía grande que mi léxico de infante no sabía construir. Era una poesía sin cimientos y con mala ortografía que se construía en la última hoja de mis cuadernos. El horror de mi madre. Las largas meditaciones y los versos mal logrados eran desvanecidos por el borrador sacrílego que usaba Mamá para “limpiar” las manchas de lápiz y la promesa que no lo volvería a hacer, pero nunca pude cumplir esa promesa y comencé a escribir en las hojas en blanco que tenían al final los libros de la biblioteca que nadie leía. Esos aun se conservan, la fea letra aun me grita que desde esa época un corazón oscuro necesitaba conocer el amor, en manifestaciones distintas a las actuales, pero con toda la disposición necesaria.
Melpómene y Terpsícore trajeron la actuación y la danza por la época en que mis kilos de más y mi temperamento explosivo marcaban con severidad mis 16 años. Las únicas diurnas de todas, lograron modificar no solo mi cuerpo, llegaron a enseñarme cuanto puedo alcanzar con constancia y disciplina; fueron las más severas de todas, fueron las estrictas, pero igualmente fueron quienes entregaron resultados inmediatos y sinceros, no prometieron de más, no ofrecieron nada que no pudieran dar.
Euterpe es quien suele llegar ahora. Antes llegaba en compañía de su hermana poetisa, pero ahora viene en representación de las dos, sola, nocturna, algo oscura e igual de antigua que yo; a veces parece una amante despechada que lanza un grito de angustia cuando todo acaba, a veces es una amante ilusionada por los besos que están por llegar. Euterpe llegó de la mano de José Alfredo Jiménez, de Joaquín Sabina, de Chavela Vargas, de Manzanero… Euterpe puso en la pared de mi habitación un letrero grande e inmodificable “quiero hacer lo que ellos hacen”, “quiero llegar donde ellos llegaron”. Resaltó en mi conciencia mis limitaciones, definió a la perfección mis linderos para no aspirar a la fama, pero si desear con toda el alma la gloria; me explicó la diferencia entre popularidad y Grandeza, así, con mayúscula.
No se si los siglos hicieron que Euterpe llegara sin fuerza a mis noches. No se si los deseos que ella ha sembrado en mi alma germinarán en realidades. No se nada, porque Euterpe y yo somos simplemente soñadores deleitados por la belleza y amantes de las cosas simples.
Ahora Euterpe se ha empeñado en acompañarme inoportunamente en los autobuses, cuando la letra queda chueca y la gente te mira extrañada. ¿Qué puede ser tan importante para no escribirlo cuando llegue? Pensará la gordita de vestido a rayas sentada a un lado mío; pero Euterpe no es paciente, ella llega y entra sin tocar, ella se sienta a mi lado y dicta y les juro que yo no puedo más que escribir, nada más que escribir.

Hay un nuevo tachón en el diario que lleva mi vida
Un error que utiliza tu nombre y que viste tu piel
Un error tan inmenso de aquellos que nunca se olvidan
Y para relatarlos completos hace falta papel

Tu llegaste fría y traicionera cual dolor de muelas
Igualito que aquellos, también me dolió la extracción
Y curar la hinchazón en el alma fue todo un fracaso
Como todo lo que representa borrar mi pasión

Y ese gen del fracaso lo tengo entre el hueso y el cuero
Y tú en cambio supuras talento para la actuación
El error no fue haberte dejado meter en mi cama
El error simple y llano fue haberte dado el corazón

No mereces todas las palabras que tú me inspirabas
Porque solo veía el espejismo que quise pintarme
Pero luego inspiraban tan solo temor esos besos
Con esa sensación de que un día podrían matarme

Y si no me arrepiento esta claro, solo es por orgullo
Porque digno solo es el que aprende de cualquier error
Y como aquel que aprende la historia jamás la repite
Ya tu barco, en los mares de mi alma, no encontrará amor

Me despido, feliz de la vida, porque no haces falta
Porque hasta regalarte un buen rato no tiene valor
Y el error no fue haberte dejado meter en mi cama
El error simple y llano fue haberte dado el corazón

viernes, 14 de septiembre de 2007

al mayor inventor


“El amor lo mejor, es de lo mejor lo que da vida, nunca lo equivoquen con algún sentimiento egoísta… no… el amor es la solución a todo, tal vez por eso es tan atacado este sublime sentimiento. El amor es todo lo contrario a dark angel” (del post Here I am)
Fue el comentario que Anónimo puso en una de mis entradas. Pero no tuve posibilidad de replica para Anónimo porque, aunque me puso a pensar, no me dejó la oportunidad de darle una respuesta. Anónimo ha hecho las cosas más maravillosas en esta vida sin darse crédito por ellas y eso lo hace el más grande inventor de este mundo: Anónimo inventó el papel en la lejana China, el fuego en las cavernas olvidadas, la rueda en campos intransitables. Anónimo inventó los abrazos de buenos días y dejó la teoría para los besos de las buenas noches, Anónimo inventó el arte de contar ovejas para dormir. Anónimo puso mariposas en las panzas de los enamorados, Anónimo escribió mil frases que nunca nadie se atrevió a olvidar. Anónimo compuso pinturas, pintó poemas, declamó canciones, fundó puentes desde el mundo hasta mi lejana galaxia. Anónimo inventó supersticiones, hechizos de amor eterno. Anónimo inventó corazones de nubes blancas, Anónimo agregó besos rojos a las cartas de los novios, viejos ya de tanto amar. Anónimo robo sueños, robo besos, robó días. Anónimo dijo que más vale pájaro en mano que cien volando. Anónimo puso chocolate en el pastel de cumpleaños.
En virtud de todas sus cualidades, ¿podría yo estar en desacuerdo con Anónimo cuando me pinta como el antónimo de la palabra Amor?
En mi infinita sabiduría, casi tan grande como la de Anónimo, me puse a envolver el hilo de mis acciones. ¿Acaso había hecho algo para que Anónimo me declarara románticamente imposibilitado?
No, Anónimo no se equivocaba, Anónimo dijo que Dark Angel era todo lo contrario al amor. Anónimo fusilo mi “alter ego”, pero Anónimo quizás después de inventar, corregir, fusionar y componer este mundo, no había logrado coincidir con Sergio Andres Uribe.
Mucho gusto Sr. Anónimo. Mi nombre es Sergio Andres Uribe. Nacido bajo el signo de libra, hace casi veinticinco años. Amante de las cosas buenas pero no de las cosas fáciles. Sentimentalmente conformista, voy feliz por la calle simplemente por haber recibido una simple caricia. Escribir es mi esencia y el alimento de mi alma, canto porque es el alimento de mi corazón. Amé una vez y me fallaron, pero estoy dispuesto a intentarlo una y mil veces más porque aun creo que alguien, en algún lugar del mundo, será capaz de poner futuro a mis sueños presentes. Hablo de menos porque pienso de más y en esa medida me vuelvo muy cauteloso, pero no quiero ser desconfiado, esa es una de mis más grandes luchas. Amante del buen sexo y de los chocolates.
Sr. Anónimo, no soy malo, simplemente soy humano, con los defectos y virtudes propios de esta especie mamífera. Y quizás usted tenga razón. Pensándolo bien nunca estuve mas de acuerdo con alguien, es cierto que soy algo totalmente opuesto al amor, pero aun así amaré, amaré hasta convertirme en el amor mismo, hasta que cupido sienta envidia de lo feliz que me vea y me pase una gran cuenta que pagaré gustoso, porque amar Sr. Anónimo es uno de los privilegios mas costosos y eso no me lo enseñó usted, eso lo pone la vida en nuestra programación inicial.
Aun así, le propongo que venga, con ese nombre que le pusieron ante un notario, como el mío, a tomarnos dos cervezas mirando como cae una bella tarde (belleza que ni siquiera usted ha sabido igualar) y discutamos sus puntos y mis puntos. Conversemos Sr. Anónimo y déme la oportunidad de cambiarle el rostro a un ángel oscuro al cual solo unos pocos se han dado a la tarea de conocer ...

martes, 11 de septiembre de 2007

..el arte del buen morir


El corazón descuajado por completo me contaba que ya era la última hora que quería ver correr, era el último día que deseaba para estar vivo. El secobarbital, mortal y sutilmente hermoso, no me dejaría vuelta atrás, era mi día, escogido sistemáticamente en el calendario que me habían regalado en el supermercado unas semanas atrás. No había nadie en mi casa, estaría solo, siempre me ha gustado estar solo. Placido Domingo gritaba rancheras a media voz en un rincón, también él había sido elegido con anterioridad. No había miedo, había curiosidad, me mataba la curiosidad de ver a todos reunidos, hablando de mí, diciendo lo buen hijo hermano y amigo que había sido, preguntándose porqué lo había hecho, echándole la culpa a un corazón roto, porque no había más motivo aparente para una decisión tan macabra.
Pero nadie lograría entenderlo nunca porque no era cuestión de amores, de hecho, hacia mucho tiempo no me sentía tan “vivo” en ese sentido, tampoco era dinero, no eran problemas sociales o de aceptación personal. Era simple y llanamente la sensación de que un mundo tan cambiante y hermoso no tenía nada que ofrecerme. Era simple y llanamente que si había de marcharse algún día, lanzaría un grito de rebeldía escogiendo mi día y mi hora, la forma y el lugar. Nada me emocionaba, nada me ilusionaba y nada me preocupaba; estaba en el momento exacto para llevarme un recuerdo de la vida que no sería ni malo ni bueno; la vida y yo caminamos por las aceras opuestas en la misma calle, ella la sabia y yo el loco. Nadie me entendería, porque no dejaba una carta lastimera y ejecutante donde dijera lo que siempre quise decir y donde echara a alguien las culpas de mis fracasos y mis miedos; odiaba ese cliché fatalista y no lo quería en mi final.

… Midnight, not a sound from the pavement, Has the moon lost her memory… she is smiling alone. In the lamplight fhe withered leaves collect at my feet and the wind begins to moan. Memory, all alone in the moonlight I can dream of the old days, life was beautiful then. I remember the time I knew what happiness was, let the memory live again…
Con anterioridad había organizado mis canciones, por fecha para que se notara la evolución en las mismas, sumaban doscientas cincuenta desde mis doce años cuando escribí la primera y peor de todas, pero que nunca había considerado romper, citando a Neruda “ellas dirían quien soy”. Domingo seguía en su rincón a media voz cuando llegó la hora escogida, El secobarbital desapareció del escenario y para evitar fallas en mi plan, un goteo incesante saltaba de mi mano izquierda dibujando estrellas carmesí en el piso; no me tomé la molestia de intentarlo en la otra mano, es sabido que la izquierda no tiene ya la fuerza suficiente ni el pulso para cobrar venganza en su gemela. La vida y yo caminamos por las aceras opuestas en la misma calle, ella una dama y yo un cuatrero.
…daylight, I must wait for the sunrise, I must think of a new life and I mustn’t give in; when the dawn comes tonight will be a memory too And a new day will begin…
Es demasiado rápido, el sueño y los deseos de vomitar se hacen cada vez más fuertes, pero todo ya es nada, no hay espacio reconocido, Placido Domingo calló bajo el palpitar constante de las sienes acaloradas, el alma no puede seguir aferrada a los recuerdos bonitos que ha reciclado durante tantos días, se van borrando la fotografía de mi mamá, las caras de mis hermanos, el ultimo beso de amor que había recibido doce horas antes, la vida perfecta que había buscado se acababa justo en su mejor momento, todo se volcaba en olvido, en sueño, en nada.
La luz, el túnel y los familiares idos no llegaron nunca. Mi familia llegó antes que ellos, habían regresado antes de tiempo de su paseo dominical y se empeñaron de dañar mis planes uno a uno, sistemáticamente, rompiendo en pedazos y en pocos segundos lo que me tardó años preparar.
Dormí mucho tiempo, nunca me atreví a preguntar cuanto, el tema en mi casa nunca se tocó, no supe que hizo Mamá al verme, nunca supe quien me encontró “pocos minutos antes que fuese demasiado tarde” según el informe medico que hubieron de firmar y que por descuido dejaron a mi alcance. No hubo preguntas; solo una psicóloga a la mitad de mis sueños me hacía algunas hoy olvidadas, pero quizás sirvieron para aclarar en el mismo informe que “el paciente no requería tratamiento posterior, simplemente necesitaba descanso”. La vida y yo caminamos por las aceras opuestas en la misma calle, ella triunfante y yo siempre derrotado.

…touch me; it’s so easy to leave me all alone with the memory of my days in the sun.If you touch me, you’ll understand what happiness is…Look… a new day has begun...
Hoy el tema es olvido, pero sé que todos están a la expectativa del día en que decida colgarme del techo o que me lance de un balcón; lo peor es que siempre lo pienso, aun guardo la esperanza de tener la libertad de elegir mi día y mi hora, la forma y el lugar; aun quiero escoger el mejor de mis días, para poder aferrarme con mas fuerza que antes a los recuerdos bonitos, para dejar alguien que me extrañe. Mantengo por orden de fecha las trescientas dos canciones, escribirlas fue mi problema, ahora creo que darles vida no está entre mis posibilidades, entre mis talentos… y se que talvez esa forma autodestructiva de pensar no combina muy bien con la inteligencia enorme de la cual siempre he presumido, pero quizás esa inteligencia también sea una simple ilusión.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Volver

“Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno. Son las mismas que alumbraron con sus pálidos reflejos hondas horas de dolor, y aunque no quise el regreso siempre se vuelve a su primer amor, la quieta calle, donde el eco dijo tuya es mi vida, tuyo es mi querer, bajo el burlón, mirar de las estrellas que con indiferencia, hoy me ven volver.”

William tomo las manos de Marlene y la miró a los ojos con una sinceridad nueva. “quiero regresar a mi casa, quiero volver con mis hijos, quiero estar contigo”. Ella no dijo nada, soltó las manos y se tomo el cabello, recordando las lagrimas, las noches de desvelos, los labios de otra mujer besando al hombre que había jurado ser suyo, solamente suyo. Entonces él dijo dos palabras que lo cambiaron todo, él, con su sinceridad nueva la miró a los ojos y le dijo “te amo”. Ella también lo amaba y pudo comprender que él decía la verdad, que el amor rompía con fuerza monumental todas las ataduras del viejo rencor, ya muerto. Ya era hora de Volver
.

“Tengo miedo el encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida. Tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenan mi soñar, pero el viajero que huye, tarde o temprano detiene su andar y aunque el olvido que todo destruye haya matado mi vieja ilusión guardo escondida la esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón”.

La perrita de doña Flor se fue de la casa una semana antes de morir. Había acompañado a la familia durante mas de siete años, muchos mas en años perro. Una mañana simplemente se aprovechó de la puerta siempre abierta, apareciendo ocho días luego, en el pastizal vecino ya irreconocible. Quizás quiso evitarles el dolor de verla morir o quizás evitarse a si misma el dolor de un adiós. Bertha quería hacer lo mismo. Quería morir, evitar el dolor, evitar la gente que la miraba con lastima y olvidar la tristeza en la cara de sus hijos. Todos se despedían del padre que había venido a celebrar una misa para su recuperación. Bertha se sintió asistiendo a su propio funeral, un funeral con el vivo cadáver de lo que ella había sido en vida, derrotada por el cáncer. Bertha, añorando correr, huir, regresar a los brazos de su madre y acurrucarse a llorar despacio, siendo una niña de nuevo pegadita al seno que dio la vida, sintiendo nostalgia por la salud que nunca regresó, pero abrazando ese busto maternal donde finalmente habría paz. El padre con su despedida la hizo abrir los ojos llorosos, le beso una mano y se marchó. También el tenía un lugar al cual Volver
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“Volver con la frente marchita las nieves del tiempo, platearon mi sien. Sentir que es un soplo la vida, que 20 años no es nada que febril la mirada errante en la sombras te busca y te nombra … Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez”

Le llamé con el pretexto del cumpleaños pasado, cuando simplemente le envié un mensaje donde citando a Sabina, le escribí “que todas tus lunas sean lunas de miel” su voz fue tan cordial como siempre. Yo fingí interés en sus consejos, en sus grandes deseos de que mi vida dejara de seguir los pasos del cangrejo y comenzara a andar de frente; subrayó la necedad en mis anhelos de irme para una ciudad enorme donde nadie me espera, yo seguí fingiendo interés. De repente perdí el rumbo inicial de mi llamada, no tenía como hilar frases envolventes que le demostraran lo urgido que estoy de sus besos, de su piel, de su sexo. Yo mismo estaba pegando en mi frente el cartel de “amigo” y no lo quería, no de nuevo. Pero comencé a mentir, a decir que aun estaba joven para ponerme en la trascendental tarea de buscar la felicidad, no admití el deseo encontrarle a mi lado una mañana similar a aquella vez. Pero mi monstruosa seguridad para mentir solo ocultó una vez más a ese Dark tierno, amante, entregado, que ya no espera que alguien llegue con un velero cargado de tesoros, sino alguien que encuentre la llave de mi interior, que guste de lo poco y nada que hay ahí y que finalmente quiera volver.

martes, 4 de septiembre de 2007

Ciclos


Las cuatro estaciones, los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales. Todos conservan un equilibrio, todas se fusionan en una armonía cíclica. Mi lejana galaxia no puede escapar a la gravedad que estabiliza. Mis puntos cardinales también son cuatro. Luisa (*) me entregó elocuencia y sabiduría, Luís (*) me dejó un sentido del humor genial, Julio (*) puso en mí el sentido del honor y el carácter… entonces entra en escena Angélica.
Mi abuelita Angélica era un indiecita del sur de Colombia. Supersticiosa, amorosa, rezandera, con una gran barriga de Santa Claus que se movía cada vez que se reía y mostraba orgullosa dos premolares de oro.
Angélica con sus platos de caldo de gallina para los enfermos. Angélica con los remedios caseros que combatían todo mal. Angélica domingo a domingo en misa, peleándole en franca lid con el diablo para que nosotros no nos pudriéramos en el infierno por dormir hasta tarde.
Mi abuelita creció en una vida agrícola que nunca la privó de las cosas básicas y necesarias, amante de las plantas a más no poder. Se hizo cargo de mi desde siempre y con la devoción maternal que mi joven madre aun no experimentaba, cuidó con ahínco una planta que ella relacionaba con mi buena fortuna y que curiosamente cambiaba de color cada vez que me enfermaba; fue Angélica la que dio rienda suelta a todos mis caprichos como si fuesen ordenes, criando un niño gordo como un chancho, gordura que ella relacionaba con salud. Angélica siempre tenía un plato de comida para el que llegara, aun cuando fuesen mucho, nunca faltaría, nunca habría hambre, ella había aprendido las artes de la multiplicación desde aquella época en que amantó por igual a todos sus hijos y a la mayoría de los sobrinos.
Angélica tenía una conexión directa con Dios; desde su mecedor de mimbre al pie de la puerta de entrada distribuía su tiempo entre la cocina, el arte de tejer y las novenas a todos los santos y para todos los efectos. Caso las que no se casaban, buscó trabajos cuando las causas estaban perdidas, halló lo escondido, se ofendió con la señora que fue a preguntarle si ella podía hacerle “brujería” a su esposo. Esa rutina fue su perdición, de estar sentada leyendo novenas y tejiendo sus piernas se acostumbraron a la quietud, sus pasos se fueron haciendo cortitos y lentos, la gran barriga navideña se fue agrandando y el camino hasta la iglesia la dejaba agitada.
Ochenta y dos eneros fueron suficientes para aprender, conocer, volar, soñar, llorar con las telenovelas y con la vida real.
Mi abuelita Angélica se fue un Mayo, dos años antes que su eterno Julio. Una falla cardiaca le ganó la partida a su cuerpo, pero su alma estaba en paz, siempre estuvo en paz con Dios y con nosotros. En sus últimas palabras decía ver un grupo de personas que vinieron por ella, las mismas personas que habría de describir Julio en su lecho de muerte y que mi familia relaciona con los santos a los que tanto pidieron ayuda. Ese día, a la planta que monitorea mi vida, se le cayeron temporalmente todas las flores.
Hoy en día Mis Abuelos Julio y Angélica están juntos en la misma sepultura. A cuatro metros, en una lapida de marmolina blanca una Virgen acompaña el nombre de Luís Ángel y en estos momentos voy a de salida a la parada de autobuses a recoger a Luisa que llega de Medellín con sus infinitas palabras y rigidez agobiante. De cualquier forma siempre se las arreglaran para estar a mi lado.

sábado, 1 de septiembre de 2007

... por imperfecto?


No busques –me dijo la gitana- porque quien busca, puede que nunca encuentre. Simplemente espera, sé paciente, que el destino traerá a tu puerta lo que ha de ser tuyo.
Esa misma tarde, me fui con mi amiga Dino a comer, y en medio de la conversación, llegamos al tema de las cosas imperfectas. Las imperfecciones son una plaga, aunque en repetidas ocasiones podamos usarlas a nuestro favor (nadie puede negar los buenos precios que se pueden obtener de una imperfección mínima en una prenda), de todas formas, ¿es la imperfección una ley de la naturaleza para demostrarnos que no somos mas que simples humanos? Porque, aunque hermosas, todas nuestras obras llevan consigo la imperfección, siempre pudimos haberlo hecho mejor. La comida pudo haber estado menos salada, la tarea pudo haber estado más documentada, la película pudo haber sido más corta, el libro pudo haber estado más largo, el edificio pudo haber tenido dos pisos menos o dos pisos más. Todo, de una u otra manera, pudo estar mejor (aunque suene a comercial de banco), pero, sentimentalmente, ¿también pudimos haber estado mejor? ¡Claro!!!! O quien no ha pensado “yo debí haberla llamado”, “yo no debí haberme negado”, “yo debí haberle dedicado mas tiempo”, “yo debí haberla valorado”; eso si, en esos momentos, nuestro departamento interno de Control y Calidad ya es muy poco lo que puede hacer, porque muchas imperfecciones salen a la luz.
Dino es una mujer complicadamente romántica, en eso nos parecemos. Ella aun cree en la salida a caminar, en la película de cine y en la chocolatina los días de visita, pero como era de esperarse, el novio es totalmente diferente, es el lado opuesto, es la versión imperfecta de un buen novio. Que la quiere no me queda duda, y por supuesto a ella tampoco, pero a él simplemente no le nace comprar el ramo de rosas en el cumpleaños ni le suena mucho la idea de salir de trabajar doce horas para luego terminar la noche en una discoteca ruidosa. Ella pretende cambiarlo, él no pretende cambiar.
¿Podemos armarnos de valor y de unas tijeras para pulir las imperfecciones de las personas? Esa pretensión es uno de nuestros mas grandes errores o por lo menos, en mi caso lo es, porque siempre habrá un inconveniente: si se habla mucho que pereza, si no habla, que pereza; si entrega mucho es que quiere comprarnos con regalos, pero si no da nada, ¡que tacaño! si nos visita mucho, ¡que intensa! pero si no nos visita es alguien falto de interés. Y así, sería interminable la lista de imperfecciones, porque de verdad que consideramos perfectos a nuestras esposas, parejas, amigos, padres, hijos, pero olvidamos que solo somos personas de carne, hueso, perfume y gel para cabello.
Y así terminamos la comida con mi amiga Dino, con el tema completamente discutido, pero con muy pocos avances al respecto, porque somos humanos, pero pretendemos estar rodeados de ángeles.