jueves, 31 de enero de 2008

Sobre diversas maneras de "volver"

Vuelve otra vez, vuelve otra vez
Es el grito de amor que entre llanto y dolor oigo todas las noches
Vuelve otra vez, vuelve otra vez
Y se nota en tu voz que le pides a Dios que Él también te perdone
Pero yo que conozco tu amor y que se lo que tú puedes darme en la vida
Como te voy a querer si a través de tu amor conocí la mentira
.


Los años han pasado en el reflejo del espejo, no más. No he visto en mis años un simple soplo de la sabiduría que el tiempo prometió. Si, es la verdad, me haces falta como de costumbre, pero no dejaré que sea el pobre corazón el que tome las riendas de mi vida.
Sabes, hay una lección que si creo haber aprendido, la increíble tristeza que pueden albergar las fotografías; lo que en otro tiempo justificaba un sentimiento hoy respalda una lágrima solitaria, eso fue todo lo que quedó entre nosotros. ¿Crees que eso justifica el ánimo de regresar?

Nos dejamos hace tiempo pero me llegó el momento de perder
Tú tenías mucha razón le hago caso al corazón y me muero por volver
Y volver, volver, volver
A tus brazos otra vez… llegaré hasta donde estés yo se perder, yo se perder
Quiero volver, volver… volver

“… el invierno fue tan cruel como nos habían contado, pero creo que vale la pena soportar solo por el deseo de mirar por tu ventana el paisaje blanco y algodonado que regala la nieve. Me haces falta como de costumbre, la calidez de tus besos resultaría fabulosa bajo esta luna azul. Esos besos me dan el coraje para ser mejor, para crecer, para lograr avanzar como persona y así, ese día de mi regreso, ese día que deje el atlántico para ir hasta tus labios, sabrás que yo nací para ti… y estoy feliz por ello.”

Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida
Tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenan mi soñar
Pero el viajero que huye tarde o temprano detiene su andar
Y aunque el olvido que todo destruye haya matado mi vieja ilusión
Guardo escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón

Amor no desesperes, sé que pronto estaremos juntos. Es esa sensación orgánica de que estás cerca y de que estoy cerca de ti. Solo te pido un poco de tiempo, quizás muchos creen que es lo único que te sobra en el rigor de la selva, pero no, tu y yo sabemos que el tiempo que pasa es tiempo que se nos va de las manos, tiempo que muere sin destino, tiempo que pasamos el uno sin el otro. Me haces falta como de costumbre.
Hoy ha venido Maria con unas camisetas blancas, dice que las usaremos el lunes en la marcha que se hará de nuevo para clamar por la libertad de todos ustedes, de aquellos que continúan como nuestra llamita de esperanza encendida en el monte. Si salimos a la calle es porque tenemos la certeza de que esta vez seremos escuchados. Confía en mí, pronto vas a volver.

Para no llevarnos el alma con remiendos
Para no teñirles de verde el ataúd
Para no olvidarlos con sed en el desierto
Para no ponerles clavos, corona y cruz
Para no quedarnos con Chávez lenguaraces
Para no morirnos de miedo y soledad
Ya no cumplen sueños las estrellas fugaces
Ya toda la vida vale la mitad
Para no borrarnos el cuatro de febrero
Para no olvidarnos que aun tenemos fe
Para que jamás se pierda en la memoria
Que hay una cadena que hiere sus pies
Para que recuerden que los recordamos
Para que vivamos ahora y después
Para que el destino se gire al revés
A ver si esta vez de una vez lo logramos
Para que los dejen conocer el cielo
Y que los liberen de una puta vez
Marcha el primer lunes del próximo mes
Marca el calendario en cuatro de febrero

sábado, 26 de enero de 2008

Sobre niños...


Estábamos con Edna y Víctor acostados en la cama de Mamá mirando al enmudecido televisor cuando comenzamos un juego sobre quien era más poderoso. Analizamos con nuestros referentes mentales los niveles de ventaja que tendrían en una batalla un león y un cocodrilo, un dragón y una anaconda, Harry Potter y Jack Sparrow, Shakira y Britney. Guiado por una imagen en un avance de noticias, hice la pregunta más retadora para ambos: ¡Quien creen ustedes que es mas poderoso – dije con un tono solemne – El presidente Uribe o el presidente Chávez? En un grito conjunto los pequeños tiranos de dientes incompletos gritaron “¡El presidente Uribe!” y comenzaron un recorrido politicosociocultural de por qué era más poderoso el presidente Uribe.
– Mi Mama es la reina del mundo – arguyó completamente convencida Edna – y como mi Mamá quiere al presidente Uribe, entonces él gana –
– Además, si nos entramos con la policía a la casa de Chávez – dijo Víctor como organizando ideas para un plan fundamental – lo podemos coger preso y lo metemos a la cárcel –
Como iluminada por una magistral idea Edna punteó: “pues entonces le soltamos a Garavito”. Hago un paréntesis para aclarar a quien no lo conozca (lo dudo) que Garavito es la peor escoria que ha nacido en mi País; asesino en serie de docenas de niños y el peor monstruo en la enciclopedia mental que Mamá ha editado en la cabeza de mis hermanos.
Ante la ocurrencia de Edna, Víctor rió emocionado. – Claro – dijo con picardía – los podemos poner a pelear como dos gallos –
Yo simplemente los observaba. A sus nueve años, con la dentadura incompleta y con la letra chueca, los niños ya toman partido en el diario vivir; un partido demasiado violento si tenemos en cuenta que Edna remató el tema con un “Y si Chávez va ganando, le tiramos un machete a Garavito para que le corte lo que pueda”
En ese momento, la novela infantil de moda regresó de los comerciales y nuevamente perdí esos genios de la diplomacia internacional.
Siempre he dicho con mucha petulancia que “no fui en mi infancia lo que otros fueron” como escribió Allan Poe. Para cuando tenía cuatro años mi abuelo ya me había enseñado a leer y a escribir; a los nueve años, apasionado por la mitología griega, pedí de regalo de navidad la Iliada y la Odisea; hacía por igual mis tareas de primaria con las de secundaria de mi Mama que estudiaba y trabajaba; fui ordenado al extremo, curioso por naturaleza, pintor frustrado y escritor precoz.
Fui todo, pero en mi propio mundo, en mi lejana galaxia donde no existían ni los amiguitos de infancia ni los tratados internacionales o las divisiones ideológicas. Para mi solo había un Dios, que obviamente le ganaba en una batalla a Buda o al presidente de Estados Unidos, pero nada más. No recuerdo haberme devorado un noticiero entero ni mucho menos saber quién era el embajador en otro país.
La cotidianidad actual ha hecho de nuestros súper niños, que vienen en lenguaje html, tienen conciencia política y ecológica y saben el significado de la palabra espermatozoide; una especie de mutantes adaptados a vivir en una sociedad que está conectada entre si. La globalización modificó la mente de los niños, quienes saben la diferencia de producto nacional o “made in Taiwán”, han comido sushi o sueñan con un viaje a Bangladesh.
Dios quiera que la madre naturaleza los adapte para ser mejores lideres que aquellos que nos guían hoy, que el ingenio tecnológico que los invade los lleve a hacer de este un mundo mejor que el que les estamos entregando y por nuestro propio bien, que tengan un mayor respeto por las canas y por la sabiduría de los años.

jueves, 24 de enero de 2008

Sobre el arte de contar cuentos

Cuando David el Mago llegó a la casa de mi abuela – según su versión de la historia – no era más que un costal de huesos que se ganaba la vida recorriendo pueblos pequeños con un viejo circo de trapecistas famélicos y perritos bailarines muertos de hambre.
Los circos siempre llegaban con su algarabía de carnaval al potrero cercano que hacía las veces de cancha de fútbol. Desde el mismo momento en que los viejos camiones asomaban en la distancia, los niños barrigones de piernas sucias y rodillas raspadas gritaban la noticia con la emoción genuina de quien por vez primera ve un eclipse de sol. Los circos eclipsaban la monotonía en un lugar donde nunca ocurría nada.
La carpa remendada se levantaba con sus banderas descoloridas y rotas la misma tarde que llegaban y los artistas comenzaban una peregrinación por el vecindario buscando donde poder alimentarse o donde les podían alquilar el baño para el aseo personal en la semana que presentarían actos; así fue como David el Mago llegó a la casa de mi Abuela, escoltado por mis tíos quienes exaltados, reían y guiaban al hombre de sonrisa descuadrada y mirada profunda.
– Mamá – dijo con un aire solemne el mayor de mis tíos – él es un mago y necesita un baño donde poder cumplir sus necesidades. Él le paga –
Mi abuela los miró sin saber si echarse a reír o sacarlos a escobazos de la casa, David el mago la miró expectante y mis tíos la miraban con ansiedad infantil; mi abuela retomando su cara seria y alargada le dijo con brusquedad: “¿Y usted como piensa pagarme el agua?”
David el mago no respondió, se estiró y tomo el periódico que la Abuela usaría para castigar al perro y tomando una hoja la hizo desaparecer en una llamarada mostrando por detrás del humo y el asombro del pequeño publico un fabuloso billete nuevo. Mi abuela le arrebató el billete tal y como David el mago lo había hecho con el periódico y sin quitar los ojos del preciado tesoro dijo a media voz – puede usar nuestro baño, pero eso si tiene que comer en otra parte –
Mis tíos saltaron de alegría, David el mago agradeció y aclaró que él era el único de su grupo de artistas que no requería lugar de alimentación porque hacía muchos años tenía una estricta dieta de agua y conchas de caracol. Mi abuela despegó los ojos del billete ante tal afirmación y lo miró con un filo de sorpresa, pensando que quizás la alimentación era el secreto para convertir el periódico en billetes.
Las filas nocturnas para entrar al circo eran fabulosas, decenas de personas se agolpaban a la entrada entre las maquinas de algodón de azúcar y el olor a palomitas de maíz calientes; las débiles luces de colores le daban al circo un aire triste a gloria perdida, pero no era eso lo que los niños veían, ellos con sus narices sucias y sus grandes barrigas llenas de parásitos observaban maravillados el lugar donde todo era posible. Mis tíos atrapados en esa etapa donde no se es lo suficientemente adulto para dejar de ser niño, subieron por las tablas inestables hasta ubicarse en la parte más alta de la improvisada silletería, sentaron a mi Mamá aun niña y se dispusieron a cambiar de planeta.
Para la media noche, cuando todos estaban saliendo de la carpa, los ánimos de trabajar en el circo invadían las frenéticas mentes infantiles que se imaginaban ataviados de los zapatotes de payaso, volando por los aires como gavilán sin alas o quizás, en el mejor y mas erótico de los casos, casados con la chica aquella que bailaba con una serpiente y que se estaba hospedando en casa de las Gonzáles, unas solteronas presumidas que tenían rodeados las paredes de su patio trasero con alambre de púas y pedazos de botellas de vidrio, muy efectivos para resguardar la privacidad según comprobaron muchos que quisieron verificar si era cierto que la chica aquella ensayaba cada día su rutina con la serpiente.
El circo se quedó una semana más de lo planeado, las multitudes nocturnas que se agolpaban como polillas alrededor de la llama no menguaban, por el contrario, el furor y la afición por el circo parecía apoderarse de las febriles mentes infantiles que aprendían cada frase repetida, cada acto ejecutado, cada movimiento mínimo era memorizado con impecable detalle. – ¡Ojala así te aprendieras la tablas de multiplicar! – gritaba desde la cocina mi abuela mientras el menor de sus hijos había improvisado una carpa en un árbol con una toalla vieja y ejecutaba actos de trapecio entre las débiles ramas que amenazaban una caída inminente. La magia del circo había invadido cada rincón del popular barrio pero al interior de la carpa la magia no se había vuelto a encontrar. David el Mago había comenzado a frecuentar la cantina y esa, al parecer, era la perdición de los hombres capaces de transformar periódico en billetes; las señoras iban presurosas a la misa y se persignaban al ver a David el Mago tirado con medio cuerpo adentro y medio cuerpo afuera del lugar de mala muerte; los niños iban a estudiar y observaban con asombro como aquel hombre, que días atrás era halado por una varilla que le atravesaba la boca, ahora era ayudado a caminar por las gemelas contorsionistas que se veían mas frágiles a la luz de pleno día; los únicos felices por la nueva condición alcohólica de David el Mago eran los hombres que llegaban con montones de periódico para comprobar con fascinación como aquel hombre a medio destruir era capaz de sacar de la nada no solo billetes nuevos, sino certificados de bachiller, escrituras publicas y libretas militares de primera.
– El trago es la perdición de los hombres – dijo mi Abuela con tono sarcástico mientras mi abuelo bebía agua a grandes cantidades después de una noche de parranda – así sean capaces de convertir el pan en oro –
Una mañana el circo había levantado sus estacas y se había marchado envuelto en un hermetismo que contrastaba cruelmente con la algarabía de la llegada. Los pocos que los vieron partir aseguran que tuvieron que subir a David el Mago en estado de inconciencia total, producto de una memorable borrachera de veinte horas. Las noches volvieron a su calma impasible, los hombres regresaron a sus infinitos juegos de dominó, las señoras a sus cotorreos incesantes y los niños a la fantasía de fugarse con el circo el día que los castigaran de nuevo.
Hoy todos los han olvidado, solamente queda la impotencia de mi Abuela quien recuerda que al buscar el dinero que le había dado David el Mago, solo encontró cenizas.

lunes, 21 de enero de 2008

El camino regular

Cuarenta y un grados de fiebre en este momento.
No me hizo nada bien el aire acondicionado de la sala de cine. Paraíso Travel terminó y como siempre nos fuimos con mi amiga D a comer un gran helado de chocolate que tampoco ayudó en mi mejoría. Le conté la historia con Santiago el pasado 31 y ella me contó los golpes de mala suerte con el chico aquel que cargaba la estabilidad emocional de un caracol (ya lo conté antes).
Mi hombro estaba ahí… su hombro también estaba disponible; se ha convertido en una constante entre nosotros: deshacernos al borde de un coma diabético con un helado de chocolate mientras lloramos amores viejos… rancios.
Llevaba dos semanas conversando con Él por teléfono, era una persona agradable en cualquier sentido, me hacía sentir deseado lo cual es poco común y sobre todo, figuraba como el tipo de persona con quien me gusta tratar. Un día el me dijo que me quería, yo pasé por alto ese detalle, pues hay ocasiones en que las personas son demasiado cariñosas y se deshielan en ese tipo de frases dulces. Hablamos por más de tres semanas hasta el día que nos conocimos. En honor a la verdad su voz sonaba más dulce por teléfono y sin ser Ben Affleck no podía decir yo que aquel cuarentón no tenía su encanto pero no hubo química, por lo menos de mi parte, para algo mas que la fabulosa charla, el espectacular capuccino y la simpatía común por el Presidente Uribe.
Él programó un encuentro al domingo siguiente para preparar pasta en mi madriguera; la cita se cumplió y definitivamente degustamos una pasta deliciosa. En un momento, entre el hervor del agua y el corte del pan francés Él me pidió un beso el cual obviamente le negué, entonces me dispuse a explicarle con la mejor pedagogía el porqué no le daba un beso, el gran significado que tenía para mi, lo maravilloso que era haber encontrado una persona como Él con quien se podía entablar una conversación fabulosa y a quien deseaba incluir en mi lista de amigos antes que incluirlo en la lista de relaciones fallidas.
Si, es la verdad, quizás fue una manera demasiado diplomática de decir aquella basura de “eres mucho para mí”, “no eres tú soy yo”… etc. Pero era la verdad, son muy pocos los amigos que actualmente tengo y son muchas las relaciones fallidas con las que he construido mi caparazón-rompecabezas emocional.
Él nunca volvió a llamar.
¿En que medida es tan difícil entender que la magia de la química entre dos personas es imposible de premeditar? ¿En que medida es tan difícil entender que todo río debe nacer por un goteo que poco a poco irá alimentándose de mil factores para llegar a ser un gran río?
Ese goteo incesante que me colma de frases, palabras, poemas, discos, dibujos y mil expresiones más necesita un alimento lo suficientemente fuerte para vencer mis barreras, lo suficientemente agresivo para dominar mis miedos, lo suficientemente mágico para pintar paisajes de la nada, lo suficientemente reconfortante para borrar herida que cicatrizaron en falso.
Mi dulce amigo, quizás mis palabras no se hilan tan fácilmente para decirle “te quiero” a alguien a quien no deseo decírselo. Quizás mis sueños son demasiado selectivos y requieren de un impulso muy fuerte para que alguien aparezca en ellos. Quizás mis poemas hablan de amores demasiado perfectos y de príncipes azules que tienen toda la paciencia del mundo para entenderme. Quizás soy muy complicado y siempre te lo dije. Quizás amé una vez y no pude erradicar manualmente esa plaga de mi jardín, entonces, debes comprender que cargar con un amor lisiado a las espaldas ya es suficiente trabajo para encima sembrar un amor nuevo en un corazón cansado. Quizás esperaba que fueras un descanso y tu en cambio querías que compartiera pesadas tareas… hoy no estoy para intentar de nuevo, hoy quiero ir a la fija, enfocar el punto y lanzar un disparo certero, sin problemas de visión, distancia o fuerza.
Mi dulce amigo, lamento haberte decepcionado si pensaste que mi cama tenia el cartel de “barra libre”… ya no quiero empezar en una cama para encontrar en amor; quiero encontrar el amor que marque un dulce encuentro en una cama.

miércoles, 16 de enero de 2008

Pruebas de muerte en vida

A veces me da pereza hacer desayuno. Es por lo que salgo a la casa de mi madriguera y voy hasta la casa de mi compañera de trabajo. Ahí Blanquita, la señora de la cocina, me recibe con un saludo caluroso y me pregunta como amanecí; me da un termo lleno de café, dos arepas y muchas encomendaciones al Dios de los Cristianos para que me ayude a cargar el peso de un día agitado. Siempre en silencio agradezco esas bendiciones que regularmente no sabría darme a mi mismo.
¿Qué pasaría si algún día yo llegara y Blanquita no estuviera con el café y las arepas? ¿Qué pasaría si algún día Blanquita se quedara esperando mi llegada? ¿Qué pasaría si la persona que consideras constante en tu vida algún día no llegara?
Eso nos pasa a diario. Esa muerte nos llega continuamente en Colombia.
Los chacales esos de las farc hicieron llegar pruebas de vida de diez de los secuestrados que tienen en su poder. Nunca unas pruebas de vida habían sonado tanto a canciones de muerte. ¿Pruebas de vida? ¿Acaso es vida lo que narran esos pobres seres que son tratados menos que humanos? No, la vida es el privilegio de elegir, de elegir el destino que queremos, de seguir los sueños que tenemos, de alcanzar las metas que nos trazamos. Vida es llegar a la cocina de una Blanquita en cualquier parte del mundo y recibir como bendición divina un café y unas arepas. Vida es tocar la mano de una esposa, de una madre, de unos hijos, de un novio, de un amigo… simplemente sentir el contacto de aquellos que nos son gratos. Vida es el olor de un almuerzo tranquilo, aun cuando solo haya un huevo con arroz. Vida es todo lo contrario a lo que viven los secuestrados Colombianos.
El Coronel Mendieta, un rehén, dice que en ocasiones le ha tocado arrastrarse en el barro para poder ir a hacer sus necesidades… sin palabras. Están delicados de salud, les duele el cuerpo y el alma, no digo que están enfermos, porque enfermos están el grupo terrorista y los perros que los respaldan.
Ese cáncer no solo nos roba la libertad, nos roba la dignidad, nos roba la tranquilidad, nos roba poco a poco la condición de persona, nos llenan de pánico. Al santo debe llamársele santo y al demonio debe llamársele demonio, sin adornos, sin eufemismos. Ellos son terroristas porque cometen actos terroristas, punto. Hordas de bárbaros con ideas retrógradas que nunca, nunca, nunca harán la paz con gobierno alguno por el simple hecho que la coca está fuera de la ley y esa es su materia prima; que nunca dejarán el secuestro porque es su más valiosa moneda de cambio. Chávez es otro cuento, ese es un personaje con el animo de una unión entre naciones para combatir monstruos de siete cabezas iguales a él, acostumbrado a ordenar y enemigo de aquellos que no le obedecen. Las farc si lo hacen; él truena los dedos y ellos le corren, él abre las puertas de su gobierno, compartiendo con un grupo terrorista su nombre de “bolivariano”; Bolívar debe estarse revolcando en su tumba… esa es quizás la mayor validación que tiene el presidente Uribe, el temor de otro gobernante débil que le entregue nuestro país a un nuevo cáncer como Chávez, de diagnostico similar al que ya padecemos.
Chávez, el que grita a los cuatro vientos desde los límites que le marca su roja y sudorosa camisa, se atribuye la liberación de las dos secuestradas la semana pasada, pero ¿Qué hizo? Absolutamente nada, simplemente que sus esbirros lo contactaron para entregarle las señoras, pero el no movió su desagradable y caribeña humanidad para nada más que gritar y sudar desde los palcos con niños en los brazos.
Gracias a la Providencia porque la imagen de nuestros secuestrados se grabó a fuego y sangre (lamentablemente) en nuestras retinas ahora más que nunca. Hoy más que nunca sabemos del dolor que tienen y lo compartimos, pero no es suficiente; faltan manos que rompan las cadenas, manos que curen las heridas, manos que templen líneas de vida para que a Nuestros secuestrados no se los coma el monte y la humedad. Cada momento de libertad de gozamos debe ser un constante deseo de verlos libres.
El café ya se terminó mientras escribía estas palabras, las bendiciones de Blanquita ya no están conmigo, hoy no las necesité, hoy preferí enviarlas de corazón a la selva, al monte, donde hay algunos Hermanos que las necesitan enormemente.

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Pd. Aquellos que me ha echado de menos en su casa, tengo problemas con el sistema y no me deja entrar más allá del panel de control de blogger... si no se arregla los visitaré desde un salón de Internet.

viernes, 11 de enero de 2008

Evolucion

Anoche recordé otra noche, mucho tiempo atrás, cuando me enteré de una nueva etapa en la escala evolutiva.
La noche prometía ser particularmente especial. Todo estaba milimétricamente planeado; el calor se sentía tenue y sutil mientras la ropa caía dejando a la vista los bóxer blancos. Me acerqué decido, silencioso, con la mirada puesta fijamente en ella. La tome delicadamente y la sentí fría, deseable,…era la leche mas fría y apetecible que recordaba. Es que, no hay mejor plan que alistarse a ver un buen programa de televisión acompañado de leche y galletas de chocolate.
Era la final de mi reality musical favorito (aunque ante los ojos del mundo reniego de la plaga de los reality’s) y no iba a dejar que nada ni nadie me interrumpiera. Iluso de mí. Victima de mi particular gusto por los celulares, veo mi intimidad invadida por estas traicioneras cajitas musicales y en ese particular incremento de mi efervescencia y calor como televidente, el celular sonó. Era él.
¿Dónde estaban en ese momento los juramentos de no volverle a contestar al teléfono? ¿Acaso ya había olvidado aquella batalla donde todas las bajas fueron desde mi lado de la trinchera? ¿No había forma de decirle “mala suerte, estoy ocupado, tengo un mejor plan que hablar contigo”? pero quedé petrificado, me vi en peligro, las mariposas del estomago que creía muertas, habían evolucionado en gigantescos pterodáctilos que poblaban el poco espacio de estomago que la grasa dejaba libre. No pude cortar la llamada aunque en el fondo sabía que debía hacerlo; no pude cortar la llamada porque me lo impidieron esos sentimientos que tiempo atrás me habían hecho aguar los ojos.
¿Es tan grande la capacidad de camuflaje de estos sentimientos, que no los detectamos y creemos haberlos desterrado de nuestro universo interior? Porque, para el mundo entero ese problema ya estaba cancelado y, de hecho, yo también pensaba que todo aquello era tiempo pasado. Pero acá entre nos, con tan solo escucharlo fui el muñeco de mantequilla parado sobre una plancha caliente. Ese fue el momento donde murió la magia de mi programa de televisión favorito (que siempre ocultaré, era un reality) y el sabor de la leche con galletas de chocolate jamás volvió a ser el mismo.
El era un habitante más en este mundo y ahora yo era conciente de ello. Ese era yo, en bóxer, escuchando una avalancha de palabras que me estaban destruyendo, fingiéndome estoico aunque ni sepa lo que estoico significa.
Eternos minutos después, tirado en la cama, solo tenía una cosa para pensar: ¿Dónde estaba toda la calma que el tiempo prometió? ¿Era todo una gran mentira y a la final, el tiempo no era tan sabio como todos creíamos? Nunca lo supe, solo era conciente de que las mariposas–pterodáctilos continuaban ahí… y a pesar de todo el tiempo, lastimaban.

martes, 8 de enero de 2008

Quiero ser enano

Inicialmente quise ser marinero; ¿acaso había en el mundo algo más grande que recorrer los mares y conocer el mundo? Luego me llamó la atención el cumplimiento del deber de los policías, para mi eran la versión verde y armada de superman. Los bomberos intrépidos y valientes… en fin, fueron muchas las ilusiones que cargaba de niño.
Cuando sea grande seré medico, profesor, ingeniero, cuidador del zoológico; esas eran mis aspiraciones a los 10 años, para cuando tenía 15 aspiraba a ser biólogo marino, payaso de circo, sacerdote pagano. Cuando alcancé el metro ochenta de estatura quería ser enano.
Siempre quise ser algo grande, que en los calendarios del futuro apareciera mi nombre en letras pequeñas debajo del 13 del mes de octubre. Ese aun es uno de mis grandes anhelos.
¿Qué diferencia en Sergio Andres de hoy a ese Sergio Andres que alguna vez deseó ser astronauta? Es clara, que en ese entonces hubiese podido ser lo que se me diera la gana. Hoy en día el cerebro está más limitado, la fe tiene las alas amarradas y las ganas paralíticas no se atreven a desear más de lo que hay al frente.
Si entonces hubiese tenido la oportunidad de crear un circo, sería el circo más fabuloso del mundo. Si entonces hubiera tenido la posibilidad de alimentar los animales del circo, serían los animales más hermosos jamás vistos. El niño de entonces era más grande de lo que soy ahora.
¿En que momento la sociedad que nos educa le corta las patas a nuestras ilusiones para gritarnos que cuando alcanzamos el metro ochenta de estatura no podemos ser enanos?
Lo siento, no necesito pies cuando me quedan alas para volar (¿verdad Joker?). Este año decidí volver a decir “cuando sea grande…” porque ahora soy más viejo, soy más alto, pero no soy más grande que antes; antes, ese niño que soñaba con los mares lejanos y las lunas de Júpiter era capaz de llegar a ellas.
Hoy mis anhelos son más terrenales. Deseo ganarme la vida escribiendo, aun como escritor de poca monta; deseo ganarme la vida componiendo canciones, aun cuando no sean perfectas; deseo cantar, aun con la arena que llevo en la garganta.
A mis veintimuchos he decidido retroceder mis ideas, reestablecer mis anhelos, recuperar los sueños que alguna vez guardé en el cajón del olvido. Volveré a soñar con ese esqueleto de dinosaurio que espera por mi encuentro en las entrañas de la tierra. Volveré a soñar con la maquina del tiempo que espera ser inventada; por los delfines que necesitan ser amaestrados y por la herramienta que espera las hábiles manos de un carpintero.
Este año seré capaz de cualquier cosa, lo mejor de todo es que seré capaz de ser feliz sin importar el esfuerzo que ello represente, claro, respetando a quienes me rodean.
Este año habitaré una manzana gigante con la posibilidad de alimentarme de ellas, de las cosas maravillosas, esas que me harán grande, siendo como lo dije alguna vez, un parasito emocional e intelectual de todos aquellos que puedan aportarle algo a mi vida, aquellos que solo representen un paso adelante en mi futuro.
“¡¡¡vengan!!!... sigan… este es su circo, el mejor circo del mundo, sientan la emoción de vivir sin miedo, de conocer sin reservas… corran, griten, amen, sueñen… caigan mil veces para disfrutar el dulce privilegio de levantarse con más fuerza; pinten el panorama con su propia desnudez, sabiéndose hermosamente perfectos, así perfectos, sin miedo a la perfección natural que representan. Sean felices disfrutando las cosas a su alcance y alcanzando las cosas lejanas. Rían, con ganas, con ahogo, disfrutando la necesidad de reír para rejuvenecer, para crecer, para ser finalmente Grandes. Entiendan que después de alcanzar el metro ochenta de estatura, si es realmente su deseo, pueden convertirse en enanos.”

jueves, 3 de enero de 2008

Tardanza

Inherente a nuestra condición humana, no al modo de pensar colombiano como a veces creemos los que dignamente llevamos ese gentilicio, las tardanzas siempre van un paso adelante del que nuestro reloj mantiene.
Corríamos por los pasillos del centro comercial con mi amiga Leidy T, buscando las zapatillas con las que ella había soñado durante los últimos meses y que deberíamos disputarlas en franca lid con todos los parroquianos que también corrían y también tenían los mismos sueños disfrazados de fashion; las tiendas al igual que el tiempo se nos terminaban, y calor y la sed se hacían mas fuertes y mis esfuerzos por no sudar eran infructuosos hasta que, al girar en la esquina de un largo corredor, un chico en una dirección y velocidad equivalente a la mía y con el tiempo suficiente para evitar la colisión, me regaló una amplia sonrisa con sus treinta y dos dientes perfectos y con esa alegría genuina de a quien la casualidad enfrenta a una vieja historia. Era Santiago; Santiago acompañado de un arsenal de recuerdos que disparó certeramente con su sonrisa fabulosa; Santiago, de quien había escrito mi anterior post; Santiago, quien seguía protagonizando mis ridículos sueños de amor en blanco y negro. Era Santiago, en el mortalmente nostálgico 31 de Diciembre.
El cielo desapareció de mi escenario, las piernas de jabón, la boca mas seca que antes y las palabras que no fluían hicieron de este cristiano una presa fácil para el amor encerrado durante un difícil 2007.
-Hola, ¿Qué mas? – fue todo lo que pude articular desde el fondo de mi abismo, donde encajé una débil sonrisa y estiré mi mano como un gesto de caballerosidad sin fuerzas.
Santiago la estrechó con vigorosidad y me lanzó de regreso un Feliz Año con un tono carnavalesco y alegre, como siempre lo hizo.
- Nada, aquí, feliz de verlo después de tanto tiempo.
- Hmmm si, mucho tiempo, mas de un año
- Un año y dos semanas – dije, antes de recibir la bofetada que el orgullo le dio a mi corazón. El parapeto de cadavederes de sueños y sonrisas forzadas cayó ante la evidencia de que sabía exactamente el tiempo de ausencia. Había tardado menos de diez segundos antes de mostrar la debilidad que vestía por las últimas 54 semanas. ¿Acaso no podía fingir desinterés? No, por poco y le entrego un calendario marcado con crucecitas por cada día que no le he visto; por poco y le escribo en la pared las razones para quedarse al lado de la única persona que verdaderamente lo ha amado.
Mi pasado tarda mucho en hacerse a un lado. Mi presente tarda mucho en ataviarse de una linda sonrisa. Mi futuro tarda mucho en recompensarme por aquella viejecita que alguna vez ayudé a cruzar la calle.
Santiago se despidió y se fue, sin saber que me dejaba en la mitad de un desierto emocional, aunque a decir verdad, ese había sido mi hogar desde hacía 379 días. Mi cerebro no procesaba las preguntas sobre color, forma y diseño que Leidy T formulaba; mis piernas aun eran una estructura gelatinosa incapaz de sostenerme y las palabras se habían limitado al igual que la sonrisa. Pocos salen con vida al enfrentarse a su propia criptonita, y aunque débil, tenía el privilegio de haber librado un, poco digno, pero buen combate personal.
Horas más tarde el año acabó. Leidy T cenaba tranquila luciendo unas hermosas zapatillas negras. Mi mamá explicaba a los niños el por qué les había decomisado la pólvora que habían comprado clandestinamente. En algún lugar alguna pareja se daban un primer beso de amor. En un rincón de mi casa mi pasado, mi presente, mi futuro y yo tardábamos mucho en prepararnos para empezar un nuevo año donde los sueños sean más realistas… y donde la buena fortuna no tarde mucho en tocar a la puerta.