sábado, 29 de marzo de 2008

Sobre desastres naturales.


Cuando el calor infernal de las tres de la tarde me llevó a comprarme una cerveza y a tomármela ambientado por Chavela Vargas, nunca me imaginé que la gloriosa bebida iba a caer por un torpe movimiento sobre todos los documentos en los que había trabajado hasta ese momento.
Maldiciones, rayos y centellas salían de mi boca mientras trataba de evitar que el desastre fuese mayor.
Dos informes diluidos, unos cuadros de Excel que parecían elaborados por Picasso… y mi agenda de apuntes personales se había convertido en un cuaderno de hermosas obras de arte moderno. Muchas citas, teléfonos, datos irrecuperables y datos irrelevantes, ahora eran una telaraña de tintas multicolores con una leve sombra de mi caligrafía inteligible.
Mis esfuerzos por salvar la información fueron infructuosos, no quedaba nada.
¿Por qué la mayor parte del tiempo deseamos rescatar de nuestra biografía aquellas paginas que nos guste o no, han quedado borradas?
El ser humano por ley de naturaleza deseará repetir las experiencias que le resultaron placenteras, es una clara muestra que buscar nuestra felicidad es prioridad grabada en nuestros genes. pero no siempre es fácil, de hecho si fuera fácil no podría apreciarse completamente.
Tampoco es que yo piense que sea necesario sufrir en cantidades como la chica de la novela, que debe ser pobre, maltratada, internada en el sanatorio (o en la cárcel, tiene el mismo efecto), sobrevivir a un incendio, a un intento de asesinato, perder sus hijos y esperar que sus enemigos mueran para que finalmente el tonto aquel se digne a pedirle que se case con él.
No, creo que el amor puede ser lo suficientemente liviano para cargarlo solo con el corazón, pero no tan vacío para que se convierta en un hueco en este mismo órgano. Creo que el amor puede envolverte sin atarte y contra mi naciente optimismo, creo que el amor puede morir y cuando esto ocurre, después de sus funerales y su duelo, lo mejor es dejarlo bajo su lapida, sin pretender hacer de él un Frankenstein emocional.
Aun así, ¿Tiraría la primera piedra contra mí aquel que borra inmediatamente cualquier camino que lo lleve a un amor pasado? Yo no he logrado hacerlo; para evitar la tentación quizás traslade el numero de su móvil lejos del mío, o guarde bajo siete llaves las fotos (si es que existieron) pero para llegar al nirvana liberador de quemar los recuerdos, tirar los papelitos y pasar a una nueva pagina, me falta mucha, mucha experiencia.
La agenda fue a dar al tarro de la basura, un golpe del destino me había dado una razón para borrar los caminos que me llevaban a mi pasado, pero espero no necesitar de otro golpe similar para poder avanzar. Espero poder asimilar perdidas con la misma serenidad con la que afronto las ganancias y espero liberarme de apegos, mas aun cuando es apego hacia algo inexistente.
Ya terminé de nuevo los informes, ahora continuaré con los cuadros de Excel y en cuanto a los datos, citas y teléfonos perdidos pues… es un placer decir que ya no puedo recuperarlos. Total, hay amores eternos que duran muy poco y opcionalmente quedan perdidos en la biografía bajo un golpe de fría cerveza.

martes, 25 de marzo de 2008

Sobre estados vegetativos...

No entiendo ni pretendo entender como funcionan los virus de computadora, lo cierto es que el pasado sábado mi PC quedó en su estado original; después de una infección de ese tipo el disco duro quedó completamente en blanco y mucha información que no estaba respaldada se perdió (generalmente es la información mas importante)… así empiezan las semanas difíciles: con un virus en el computador y algo similar en el corazón.
El chico aquel de la invitación al cine de plano me dijo que yo no era el tipo de persona que él buscaba. Quizás era algo evidente si tenemos en cuenta que él es bastante bien parecido y yo… bueno, Adonis no marcará un sinónimo en mis diccionarios personales (y afortunadamente eso es un hecho que no me quita el sueño). Pero esta característica no es lo que lo hace especial, total ya estoy acostumbrado a las frases de la vieja escuela “no eres tu, soy yo”, “te lo agradezco pero no” etc. Pero no… eso no es lo que lo que me trae aquí, hoy quiero resaltar la enorme facilidad del chico de la invitación al cine para sembrar como virus ilusiones nuevas.
Puedo verme a mi mismo muchos meses atrás, luciendo triste igual como lucen los autobuses en la noche; puedo verme a mi mismo algunas semanas atrás, jurando no volverme a enamorar; puedo verme a mi mismo algunos días atrás mirando con ojos diferentes, tratando de analizar la parte buena de las cosas malas que me han pasado. Fue entonces cuando él trajo la ilusión de una nueva compañía, de una llamada telefónica que durara horas o de la respuesta que nunca llega. Fue entonces cuando llegó el chico de la invitación al cine, con su sonrisa cargada de simpatía infantil.
Quizás la ilusión no vivió mas de dos semanas, pero ¿Cómo no estar feliz por las dos semanas más espectaculares que he tenido en mucho tiempo? Fue espectacular querer verlo simplemente por el placer de su compañía sin el recuerdo de alguien ni buscar en él el olvido de otra persona. Ya lo dije en un post anterior, las ilusiones nunca se mueren, evolucionan en una experiencia nueva, mala o buena, pero nueva. Hice al chico de la invitación al cine especial para mi, porque él es diferente a todo el mundo, porque no habla estupideces ni me hace sentir un bicho extraño (sin contar que gusta de los chocolates tanto o más que yo)… hice al chico de la invitación al cine especial para mi, simplemente porque cuando hablamos no pretendió ser nadie más que él mismo.
Este fin de semana se me hizo extremadamente largo; mi vida no está diseñada particularmente para recibir tanto tiempo de vacaciones, más aun teniendo en cuenta que el estado vegetativo en el que me sumí no fue más que una perdida de tiempo continua que reflejaba mi falta de vida social: la única llamada que recibí fue una llamada equivocada preguntando por Judith (la única que conocí con ese nombre fue una flaca adorable que alguna vez trabajó conmigo). Ahhh… y me vi una película de Helen Hunt y Jack Nicholson de donde pude rescatar una linda frase de las muchas que dijeron: “you make me wanna be a better man” (me haces desear ser un mejor hombre).
Pero el caso es que me hubiese gustado rescatar parte de ese tiempo con el chico de la invitación al cine, no deseaba acostarme con él, no deseaba que me pintara la vida de colores o que se llevara los besos que he guardado (por obligación)… no, simplemente deseaba verle, conversar… reír por tonterías o discutir sobre las cualidades nutritivas del maíz… que se yo! Hay ocasiones en que no queremos perder nuestra idea feliz para no dejar de volar.
Ya tengo claro que entre nosotros no pasará nada, pero no quiero perder al amigo que encontré… en mi lejana galaxia la amistad es escasa… e invaluable.
Por eso espero que lea esto, que vea mi mano de amigo extendida y que me regale el virus de una sólida amistad así como alguna vez me regaló el virus de una bonita ilusión.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Sobre besos y pecados modernos

Justo después de hacer mi memorial de pecados, los pecados no son los de antes.
Ahora los pecados según el Vaticano, incluyen la riqueza excesiva y la polémica anticoncepción; si miramos por encima del hombro constituye un pecado comprar la lotería (que podría hacernos cometer pecado de riqueza) y no constituye pecado traer a un mundo en bajada una descendencia que poco o nada de futuro carga bajo el brazo.
Pero hoy mi post no es para discutir los pecados modernos, hoy mi post es para celebrar mi derecho a pecar o según anteriores pensamientos, mi decisión de dejar de pecar contra mi Dios personal. Contra mi mismo.
Era imposible detener el temblor en los labios, un temblor indefinible que dado ese contacto cósmico que cargan los besos, no podía distinguir si era mío o era suyo.
Aquel beso había sido esperado por mucho tiempo, mucho más tiempo del que los besos se deben guardar y mucho más tiempo del que se requiere para sanar viejas heridas. Los besos nuevos retocan la piel, renacen en el alma y reviven al corazón.
Por primera vez me siento libre de pretensiones extremas al iniciar un camino al lado de alguien, porque es lo que quiero hacer, sentir una compañía y no una carga, sentir una compañía y no una posesión. Hoy, muchos latidos de corazón después, siento que las cosas están en el punto exacto de compromiso y libertad que se requieren para continuar. No espero nada porque no quiero un guión definido con anterioridad, pero a la vez lo espero todo porque creo merecerlo. Confío en mis alcances sin ser autocomplaciente y también estoy dispuesto a aprender de otra persona para alimentar ese parasito emocional que he confesado, habita mi interior.
La última vez que le mencioné aquí, confesé que le invitaría a cine y que deseaba que aceptara. Aceptó. Aceptó ir a cenar después y aceptó venir a mi casa al domingo siguiente.
Es entonces cuando recordé lo que una ilusión significa. La ilusión es ese tiempo donde te sabes poderosamente capaz, donde todo es posible, donde todos los caminos te llevaran a esa Roma majestuosa que es tu corazón. Todos los caminos que él pudiese recorrer lo traerían a mi casa, a mi lado, a mis labios.
¿Dónde mueren las ilusiones viejas, las ilusiones rotas o aquellas que caducaron sin ver la luz? No, ellas no mueren, tampoco son momias devaluadas por los años y el polvo del camino recorrido. Esas ilusiones son luces, luces que guiaran el camino para prevenir el mismo error, para no tropezar con la misma piedra. Ellas son testigas ruidosas de nuestra capacidad eterna de empezar de nuevo, de intentarlo una y mil veces mas.
Hoy lo quiero intentar una vez más. Hoy soy yo quien quiere empezar de nuevo, siendo más cauto pero no más desconfiado, hilando mis propias ilusiones con la habilidad que dejaron tiempos idos, evitando así enredarme en sentimientos.
Hoy quiero compartir la tranquilidad que he conseguido, una tranquilidad que nace de mí y ya no debo buscarla en alguien más. Ya no hay nada que quiera buscar, hoy quiero compartir.
Hoy, un martes lluvioso de marzo tengo el privilegio de decirte: ¡Invítame a pecar!