martes, 24 de junio de 2008

Sobre rescatar joyas del olvido.


Qué me importa que quieras a otro y a mí me desprecies,
no me importa que sólo me dejes llorando tu amor;
eres libre de amar en la vida y yo no te culpo,
si tu alma no supo querer como te quiero yo.

Sé muy bien que es en vano pedirte que vuelvas conmigo,
porque sé que tú siempre has mentido fingiéndome amor;
sin embargo no quiero estorbarte ni dañar tu vida
soy sincero y sabré perdonarte sin guardar rencor.

No creas que siento despecho de ver que te alejas,
si me dejas por un nuevo amor te dejo también,
porque al fin con el tiempo el olvido curará mis penas;
sigue feliz tu camino y que te vaya bien.

jueves, 12 de junio de 2008

Sobre el doloroso arte de la espera

Cuando pregunté por Mabel, la verdad es que me imaginé que me dirían que ya no enseña en la escuela de toda la vida, que se había ido para España como sus hermanos o que simplemente no había regresado por el gimnasio, pero Marco con un tono de extrañeza me respondió: “¿acaso no te diste cuenta que Mabel murió? Curiosamente, hoy es su primer aniversario!.
Yo no respondí nada… Mabel simplemente era una vecina y conocida del gimnasio, pero… nunca me habría imaginado que me dirían que se murió, ¡era muy joven¡
Pero nadie veía a Mabel como la chica joven; todos la recordaban como un árbol que lucía fuerte pero de raíces destruidas, que se mantenía en pie por el simple beneficio de la costumbre.
A tan solo una semana de su matrimonio, Mabel recibió una carta del amor de su vida, de su único hombre, de Él. En ella le explicaba esa extraña situación que lo había hecho olvidar sus promesas e irse a buscar un amor que lo llenara de verdad. Él ya no esperaba el amor de colegio que había de circular entre los dos.
Mabel perdió el sentido de repente con la carta en la mano y las lagrimas detenidas en un instante de dolor profundo y silencioso. Pasó varias semanas en el hospital y a su regreso parecía la misma, pero no era así. Una falla cardiaca (similar a la Verónika de Coelho) y un dolor en el alma se le había instalado para siempre.
Veinte años después Mabel había muerto por su falla cardiaca, entregada al amor de los niños de la escuela y conocida por todos como la mujer hermosa que se consagró a un amor… y por ese amor murió.
¿Qué tanto darías tú por amor?... alguna vez puse aquí, en una canción, en nombre del amor hasta la vida… hoy quiero reafirmarlo… aunque aun estoy esperando los besos de leyenda que borren el pasado y me dibujen un futuro, aun estoy esperando esa historia de amor, que pueda vivir a plenitud y que no sea un espejismo…
…Y si… es la verdad… no se que futuro tengamos (y apuesto que ninguno) pero quisiera conocer ese raro nivel de alquimia que hará que mi piel estalle al simple contacto de tus dedos…
…que bueno sería olvidar todo el pasado en tus manos… y darme cuenta que no hay futuro sin ellas… que bueno sería controlar tu respiración y tu sudor y tus ganas y tus pensamientos… y vivir llenó de esas raras y simples cosas que tiene la vida…
… no se si es bueno saber que estamos a algo más de tres horas… no soy bueno con el tiempo, a veces el optimismo me dice que es muy poco… solo sé que sabemos mucho el uno del otro… que sabemos que tenemos un pasado, que pesa algo, y que quizás juntos, como ya lo dije, no tengamos futuro. Pero hoy hablo del presente, el tiempo en que me robas el aliento y me sudan las manos y me tiemblan los labios que anhelan los besos que no se si llegarán…
… quiero conocer ese nivel de alquimia que hará que mi piel se funda en un abrazo lento y silencioso, sabiendo que la vida se tomo veinticinco años en prepararme para ese eterno segundo, donde los relojes no se habrán inventado y donde los tiempos no sean mas que unidades utilizadas para medir la música que lo invade todo; sabiendo que la evolución inventó la curvatura de mi espalda para sentir como bajas suavemente por ella, definiendo mis limites incontrolables y mi geografía inexplorada y entendiendo que se tardaron varias generaciones de ancestros en ponerme aquí, para ti, por un minuto, por un instante… que quizás no se vuelva a repetir… un instante de inequívoco olvido de todo y de todos… una explosión galáctica que consuma todo lo que represento y que quede en mis recuerdos como el único, verdadero y sincero de amor…
Quizás por ese momento, por esa fracción de segundo, sin dudarlo dos veces, yo también daría la vida.