lunes, 12 de octubre de 2009

Sobre un viejo que hoy recuerda viejas historias

Alguna vez escuché la historia de un cosmonauta, quien fue a conquistar las estrellas para la unión soviética, pero justo entonces la Unión Soviética se acabó.

El hombre quedó allá, lejos del mundo que conocía, invadido por una belleza ajena y solitaria y respaldado por una bandera que tan solo existía en su uniforme, porque ya ni siquiera había dinero para traerlo de regreso.

Cuando finalmente Alemania lo trae de vuelta, ocho meses después, todo lo que él creía cierto, real, absoluto, había cambiado.

¿Cuántas veces no hemos sentido exactamente igual; con un respaldo seguro nos lanzamos a conquistar las estrellas, para ponerlas a los pies de quien sentimos que las merece? Embriagados por una belleza sin igual, no nos damos cuentas de que nada permanece estable y que las cosas cambian, los tiempos cambiar y no siempre a nuestro favor… es entonces cuando el mundo se derrumba y las banderas del amor solo quedan izadas en nuestros recuerdo… no hay un feliz puerto al cual regresar.

Si aquel hombre, suspendido en su alegría hubiese preguntado al control de tierra, ¿Era justo que estos le preocuparan con las noticias que eliminarían lo hermoso del paisaje? Si aquel control de tierra fuese yo, lamentablemente si lo haría.

Con mi diplomacia de camionero siempre he preferido el dolor de una herida inmediata que la tortura de mil heridas a retazos. Los cambios siempre llegan, es nuestro deber estar preparados. El dolor siempre llega, el sufrimiento es el que queda en nuestras manos.

Si fuese yo, cosmonauta suspendido en la belleza ajena del espacio, quien se entera que todo ha terminado, por lo único que lloraría es por el final del viaje. Miraría la belleza, que ya no sería mia nunca más y me condolería por ello. Si fuese yo, cosmonauta suspendido en la magia pasajera, quien se entera que la magia terminó, daría una ultima mirada a las estrellas impasibles y ajenas, tocaría la bandera bordada en mi uniforme y segundos después mi voz entrecortada a miles de kilómetros diría: “Control de tierra… voy de regreso”

domingo, 4 de octubre de 2009

Hasta pronto Negra, hasta pronto.

Calentame el corazón con tu canto, negra, que me está doliendo.
Abrigame con esa profunda voz de Madre Tierra, chamánica y mitológica, que ahora a la tierra ha vuelto… meceme con tu talento, con tu bravura, con tu aliento.
Ayudame a entender que la vida es solo un camino, un paso, tan regular como la alegría y más seguro que la vida.
Aun no te has terminado de ir y ya te extrañamos Mercedes, pero, solo nos queda esperar que para nuestro momento, podamos sentir que hemos cumplido, como tú lo has hecho; que millones estén con nosotros, como lo estamos contigo.
No sé si ya lo sabrás, negrita, nuestra sonrisa se fue contigo.
Calentame el corazón con tu canto, cantora, calentanos el corazón…que nos está doliendo.