Sabias palabras que estaban en un pequeño retablo que me regaló mi abuela Luisa en mi quinto cumpleaños. Ella es una mujer supremamente lenta en todos sus deberes cotidianos, pero en la misma medida, calcula a la perfección su tiempo y nunca llega tarde. Llevo cuatro meses en Bogota, miles de veces mas grande y mas intrincada que el pueblo de donde provengo, pero me puedo dar el lujo de decir que (con varias perdidas encima) nunca he llegado tarde.
Muchas veces he esperado, con la paciencia que no me sobra, en la puerta de una oficina por haber llegado muy temprano o muy puntual, pero hasta ahora nunca he llegado tarde a una cita y espero que cuestiones ajenas a mi voluntad no me obliguen a hacerlo en lo sucesivo.
Por el contrario mi gente cercana, esa que esta muy cerquita al corazón y a otras presas de mi anatomía, tiene la increíble facultad de hacerme esperar mucho, en ocasiones demasiado. ¿Dije anteriormente que la paciencia no es una de mis mayores facultades?
En esta ciudad me he aferrado con fuerza fraternal a dos personas, dos chicos que conocí por aquí y que han sido un cimiento enorme y una palabra oportuna (bueno, una cerveza oportuna en mas de una ocasión); pero estos dos personajes tienen la increíble facultad de olvidar que espero noticias suyas.
“Fresco, lo llamo a las cinco y treinta”…
Espere sentado Mr Dark porque el susodicho llamará a las siete pasaditas, eso si, con una buena excusa como el tráfico o la situación laboral. Una vez, bajo un frío nocturno demencial, esperé por más de una hora.
“Nos vemos pronto”
Rezaba un mensaje del otro involucrado. ¡Ya lo creo! Nuestras concepciones de prontitud difieren enormemente mi amigo, de no ser por mis mensajes de reclamo y mis sentidas frases al msn, no tendría ni la más puta idea de lo que sucede con su vida!!!.
Dentro de mis facultades, para nadie es un secreto que la economía no se encuentra, pero aun así para llegar temprano a una simple cita de conversación he caminado por más de dos horas y por muchos kilómetros, sin llegar tarde. Para tener noticias de mi amigo he rebuscado moneditas para recargar el celular y poder enojarme vía móvil.
Los quiero demasiado, con esa fuerza que te hace particularme vulnerable y que te obliga a quererlos a tu lado, a saber que les sucede, a saber por qué no llegan.
Los quiero tanto que ofendido les hago saber mi inconformismo y me molesta saber que me entienden, pero que aun así no sacaran el tiempo necesario para enterar a este pobre ángel en bajada ni para no dejarlo esperando.
Estos dos personajes saben quienes son, saben que me molesto por esperarlos y saben que los quiero a mi lado por mucho, mucho tiempo. Estoy a punto de enviarles un correo, para solicitarles que se queden conmigo el día de mi cumpleaños, que por primera vez estaré solito, en una ciudad enorme y no tendré el delicioso pastel que hornean en casa de mi Mama, pero me debo apresurar para que me tengan en cuenta, para que me abran un lugar oportuno en su agenda o de lo contrario me quedaré esperando a que celebren mi cumpleaños junto a las fiestas de navidad.