viernes, 30 de noviembre de 2007

Lagrimas reales

Esta entrada era sobre un amor perdido, sobre la última película que vi o para quejarme de mi incapacidad para vencer mis demonios y librar un buen combate, pero entonces llegó Ella a mi cabeza. Fue la primera imagen que me invadió esta mañana cuando aun no depertaba completamente y el sonido de las noticias me decía que era hora de levantarme.
Está mucho más delgada que el último recuerdo que conservamos de ella. El cabello le llega a la cintura y sus manos tomadas entre si marcan el surco horroroso de muchos años de cautiverio.
Ingrid Betancourt es quizás la más celebre de nuestros secuestrados. Si, Nuestros, nuestros hermanos, nuestros padres, nuestros amigos, nuestros soldados, nuestros policías, nuestros amigos que pagaron con su libertad un delito que jamás cometieron.
Ella se ve triste, todo en su imagen se ve triste; una imagen que, salvo por algunos poco perceptibles movimientos, pareciera una fotografía… una fotografía melancólica de esa mujer que alguna vez llenó de voz de aliento, de palabras de reproches, de gestos enérgicos y de acciones emprendedoras… Ella poco a poco se nos está apagando, todos nuestros secuestrados se están consumiendo en la inclemencia de un monte, en la inclemencia de unos chacales de la muerte que los usan como la más desechable de las mercancías.
Mi conciencia recrimina mi impotencia ante la situación de ellos, me duele ser tan inútil para conseguir una mejora en la situación que los atropella… luego… ¿Cómo se pueden sentir aquellos que sí pueden hacer algo? ¿Cómo puede dormir la cúpula de los terroristas sabiendo que esas vidas se extinguen en sus garras? ¿Cómo puede el presidente vivir su cotidianidad a sabiendas de sus hermanos desangrados? ¿Cómo puede Chávez seguir bufando desde su camisa roja y su frente sudorosa cuando usó a nuestros hermanos como valla publicitaria para seguir insultando los países que lo rodean?
Nunca he ocultado mis afectos por el presidente Uribe. ¿Si no es Uribe entonces quien? ¿Los ex presidentes Pastrana y su estupidez monumental o Samper y su corrupción descarada?... pero aun mi simpatía por ese hombre no puede negar que sus acciones podrían hacer más para solucionar la situación, eso si, sin dejar el país en manos de la guerrilla, como siempre ha estado.
Nos duele el estado de nuestros secuestrados, nos duele su hambre, nos duele su piel cadavérica, nos duele su vida sin vida, nos duelen los estadounidenses y aquellos de otras nacionalidades que ahora son nuestros hermanos.
Las marchas quizás les recuerden que no los olvidamos, quizás los discursos apasionados les recuerden que aun mueven pasiones… pero todas las acciones serán inútiles mientras ellos tengan un valor monetario para esos bandidos narcotraficantes que una mañana tuvieron la descabellada idea de arruinarles la vida.
Su imagen me acompañará por un par de días, mientras las noticias nos sigan recordando su imagen melancólica y sombría que quizás luzca fabricada y guiada a inspirar miseria, pero la nostalgia de su semblante no se puede fabricar.
Su imagen me acompañará por un par de días, hasta que en las noticias un niño nazca con sobrepeso, una gallina con cuatro alas, un ovni o una pataleta de Chávez me haga olvidar a esos hermanos en la soledad de la selva.
Hoy, con sinceridad, entregaré una oración por ellos, una oración del alma, una oración pidiendo perdón por aquellos que podrían hacer algo y no lo hacen, una oración por aquellos que no podemos hacer nada y peor aun, tenemos mala memoria… ¿me acompañas a orar por ellos?¿me acompañas a arrugar aun más el corazón y orar con ellos?

martes, 27 de noviembre de 2007

Muere la libertad con un estruendoso aplauso

"El miedo a la pérdida un camino hacia el lado oscuro es"

No pude verla en el cine porque, en aquel entonces, la economía me jugó una mala pasada; no la alquilé porque no tenía un reproductor de DVD… fue por eso que el pasado miércoles apagué mi móvil, cerré las cortinas y me dispuse a ver el “estreno absoluto” que había anunciado meses antes un canal de TV del "Episodio III – La Venganza de los Sith".
Afirmo sin ningún reparo que soy admirador de la obra de George Lucas; aprendiz convencido del conocimiento sin par del Maestro Yoda (la imagen que uso en el display del msn); buscador de imágenes, lector de artículos y habitante, como todos saben, de una galaxia muy, muy lejana.
Pero las delgadas líneas que me atan a los personajes, a la fotografía y a la música, también cautivaron mis sensaciones con un argumento bellamente bordado en ese estilo particularmente enigmático, que consigue amarrar en un episodio los cabos sueltos en los anteriores, sin dejar nada al azar.
Para mí es un guión impecable, es un crisol donde fusionaron aspectos morales, filosóficos, religiosos, políticos, éticos y emocionales… y entonces, ¿Cuántas veces no hemos escrito el guión de nuestros propios errores igual a Anakin, quien precipitó las circunstancias por el miedo a las mismas? ¿Cuántas veces no hemos sentido que nuestra genialidad falla y nuestros cimientos se desmoronan teniendo que huir a la soledad de un planeta lejano? ¿Cuántas veces nos hemos dejado morir de amor?
La orden de los Jedi fue eliminada casi en su totalidad mediante la orden 66 y yo me sentí morir, si bien ya conocía el final, ver el desenlace de los sucesos es increíble, es simplemente observar lo que siempre se ha intuido, es mirar los eventos que siempre nos hemos imaginado y tener la certeza que sucedieron.
También en este aspecto la saga refleja la cotidianidad, también en el diario vivir sentimos vértigo al transitar los caminos de los cuales conocemos de antemano el final… soy una clara muestra de ello… he narrado aquí incontables escenas donde me obstino en el punto de salida y en el recorrido, conociendo con anterioridad cual será el punto de llegada.
Llena de efectos visuales que molestaron a muchos; plagada de personajes nuevos algunos más feos que los anteriores; un derroche de emoción de ver al anciano maestro en acción, lo cual confirma mi teoría que es el mejor.
Me gustó y mucho… me la repetí el domingo, y solamente me queda repetir: May the force be with you!!!

sábado, 24 de noviembre de 2007

Recordemos un viejo dolor

Una noche de sábado, me encontraba frente a una “jirafada” de cerveza, con tres amigos, cuando la tintineante música de un mensaje de texto en mi celular me hizo olvidarme del sitio, de la música y de mis amigos.
Era un mensaje de texto pidiendo perdón, de la misma persona que dieciocho días atrás me había terminado a través de un mensaje de texto.
¿Es la tecnología quien monopoliza las emociones del siglo XXI? Murieron en el tiempo esas interminables cartas de despedida, escritas con lágrimas y sangre y que competían literariamente con los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz. Hoy se sintetiza la despedida con un “Man, Suerte es que te digo, Good Bye”. Pero mi nuevo mensaje entrante decía claramente y en mayúscula sostenida “siento mucho lo que te hice”, para alguien aun enamorado, palabras mágicas… y ante esas palabras se abrió la tumba donde había enterrado vivo mi amor por la persona remitente; ¡¡¡ ¿Por qué demonios el corazón se ablanda en el momento mas inoportuno?!!!! Le llamé inmediatamente le dije que le estaba pensando mucho y que le llamaría al día siguiente. ¡¡¡Craso Error!!!
A la mañana siguiente, después de haber esperado las horas reglamentarias para no lucir ansioso, le llamé, y antes de que mi lengua, desconectada del cerebro, le dijera cuanto me había alegrado escucharle, él me ametralló con frases que describían lo bien que la había pasado en el apartamento de un príncipe azul que había salido de la nada para invitarle a salir justo después de que había hablado conmigo.
Repetiré lo que dijo el cantante: “los mariachis callaron, de mi mano sin fuerza calló mi copa sin darme cuenta”.
¿Dónde murió la sutileza y la compasión para mi viejo corazón? ¿Hay necesidad de describir el agujero en el estomago por el cual se perdía mi dignidad? Por Dios, ¡fui el rey de los ilusos! Había olvidado por completo la calidad de “amigo” a la que había descendido. Había olvidado la batalla perdida por mantenerlo a mi lado. Había olvidado lo cruel que él podía ser cuando se lo proponía y a él se le había olvidado que las viejas heridas aun no cicatrizaban. Como todo hombre “pisoteado” debe hacer, me reí de todo cuanto me contaba, hice los chistes de rigor para estos casos: “Valla, creo que te perdimos” e idioteces por el estilo y colgué. Me quede ahí, a veinticuatro cuadras bien contadas de su casa, tirado en la cama y viendo como las ilusiones se estrellaban en el retrato colgado al lado izquierdo de la pared.

martes, 20 de noviembre de 2007

Doce


Eran doce… los descolgué uno a uno de la pared. Un ángel por mes para que me protegieran de todo mal; todos representaban un bebe en una cuna. Ángeles de rostro femenino y actitudes maternales que yo relacionaba con una etapa superada... “Total – dije con un gesto diplomático – los ángeles no existen”
Una serie de retablos de Botero adornaron la pared más a mi gusto. El destierro de los Ángeles dio paso al peso de las Gordas.
Lo vi en TV. La casa era un infierno completo según la periodista, cuando sin pensarlo dos veces, Riquelme Wesley dos Santos se lanzó a rescatar a la pequeña de 22 meses cuya madre gritaba de impotencia y horror. Riquelme usó la lógica infantil que contradice y supera cualquier otro tipo de lógica en el talento humano: él usaba el traje de Spiderman, y por obvias razones, el fuego no era una de sus preocupaciones. La niña resultó ilesa y Riquelme, de acuerdo a su autoestima, resultó ser un héroe.
A falta de una, son dos las preguntas que me asaltan para procesar estos aspectos en la lejana galaxia que habito. Si Riquelme confió en su capacidad, en su traje y en su deseo, logrando así la meta propuesta ¿no es la falta de confianza y de coraje la que nos limita y nos aplasta?... luego… si esa niña, a sus 22 meses pudiera concedernos una charla ¿Crees que ella niega la existencia de los ángeles?
He dedicado letras en este espacio para Mamá, para mis Padrinos, para mis Abuelos… guías, amigos, protectores, maestros… personas que sin pensarlo dos veces han estado conmigo. ¿Puedo yo, siendo conciente de lo anterior, repetir sin que se me caiga la cara de la vergüenza que los Ángeles no existen? La idea de los Ángeles alados y perfectos es linda, de hecho hay personas que se dedican a aprender de ellos, conocer sus nombres y las cualidades que cada uno tiene para influir en los mortales jacarandosos como yo; pero ahora entiendo que si Dios ha querido protegerme de algo o de alguien, usó como ángeles a las personas que están a mi lado; familiares, amigos, conocidos o hasta desconocidos que han sembrado, erradicado, cambiado, o perfeccionado ideas, actitudes o errores en mi.
Por otro lado, ¿no son esos mismos ángeles los que han demostrado mis capacidades y talentos? Si… los mismos talentos que he comentado aquí, las mismas habilidades que he presumido, las mismas destrezas que aun mantengo ocultas, igual de inútiles a dos alas sin desplegar por físico miedo. Temo que mi traje se queme con las llamas y temo no rescatar a la pequeña niña del fuego. Temo sentirme un héroe.
Este fin de semana fue mortal, la migraña, la ausencia de muchos blogger en mi galaxia (y el silencio del blogger No 20.000 que no dijo “esta boca es mia”), la cantidad de ideas, de canciones, de escritos, de dibujos, cosas que siguen brotando y que antes eran un manantial constante, ahora son un río poderoso e imposible de detener. Temo no poder controlar el caudal, temo no poder utilizarlo, temo llenar cuadernos, hojas, papelitos con tantos pensamientos que al final serán una gran nada, que serán un montón de basura que no llegarán a nadie… que no valieron nada.
No se por donde comenzar… no se siquiera en que lugar del alma guardé mi propio traje de héroe. No se en que esquina me espera el ángel predestinado a ayudarme en esta época de ignorancia personal… pero quiero tener fe en su existencia.

martes, 13 de noviembre de 2007

Dejame inventar un cuento...


Quise participar en un concurso de cuentos... luego de escribirlo me enteré que no podía ya que no estaba estudiando actualmente.... entonces... me gustaria regalartelo... ¿lo quieres?...
Con una habilidad artística, Blanca esparció las cartas de una baraja ancestralmente utilizada, mientras murmuraba palabras que el Presidente sintió llenas de poder y no trató, como en pasadas ocasiones, entender una sola de ellas.
“Presidente – ordenó blanca poniendo un toque de falso misterio en la voz – parta la baraja” el Presidente estiró la mano temblorosa y dividió en dos el montoncito de cartas. Esa noche, cuando se iba a la cama, el Presidente miró otra vez la misma mano con la que había dividido las cartas y notó unas manchas pequeñas y cafés; se le hicieron conocidas, las vio en las manos de su abuelo el día que llegó con un venado a la finca donde vivían en ese tiempo. El venado era pequeño y trataba de librarse de los gruesos brazos del anciano, a lo que el Presidente, aun niño, corrió a ayudarle a sostenerlo, tomando al venado por una pata y sosteniéndose del brazo de su abuelo con la otra. Ahí estaban esas pecas cafés y desagradables de anciano marchito, que hicieron que el Presidente, aun niño, soltara con asco la mano del viejo.
Se miró de nuevo la mano y pensó que no le gustaría que sus nietos soltaran con asco su mano de anciano marchito. El presidente apagó la lámpara de su lado de la cama y la habitación quedó en una oscuridad azul impasible. Su esposa dormía con un sueño pesado desde hacía dos horas, cuando le había prometido no tardarse más que unos minutos para seguirla a la cama, pero entre papeles y llamadas se le hizo tarde. Ella dormía dándole la espalda, como siempre lo hizo, y el la miraba dormir, como siempre lo hacía desde que era Presidente, desde que ella se había convertido en el único punto de paz y descanso al que él que lograba llegar durante todo el día.
Un lejano reloj campaneó la una de la mañana y solo en ese momento el Presidente recordó su existencia. Siempre escuchaba ese lejano reloj que parecía dar la hora desde una lejana habitación, las noches cuando el sueño no llegaba. Había prometido decenas de veces que a la mañana siguiente buscaría la habitación del reloj, solo para conocer ese misterioso elemento que surgía de entre las sombras y los sueños ausentes; pero al despuntar la mañana, la existencia del lejano reloj terminaba, nunca lo había escuchado sonar a la claridad de un día.
“Presidente – había dicho Blanca con su voz de falso ceremonial – tiene dos posibles caminos para recorrer; si se hace a un lado en las próximas elecciones posiblemente muchos los recordarán… si decide lanzarse a la campaña, tenga la seguridad que será elegido, pero su mandato no llegara al día final y su nombre ciertamente nunca será olvidado”
Blanca no había dicho nada más, nunca decía nada más que lo que los naipes le contaban. Desde esos tiempos en que engañaba a la gente dictándoles conjuros falsos y encontrando en la baraja solo “envidias y desvanecimiento del dinero como si fuera agua”. Todo hasta el día que atendió al Presidente por primera vez, no siendo más que un concejal sin mayores aspiraciones, pero que al cortar la baraja dejó para ella, por primera vez, algo más que las variopintas cartas heredadas. Lo vio perfectamente dibujado en un futuro, lo vio con su esposa el día del primer atentado, lo vio congresista, lo vio en el matrimonio de su hijo y en el bautizo de su primer nieto; lo vio en medio de una operación y lo vio triste asistiendo al funeral de su bruja de cabecera. Las cartas ciegas de Blanca fueron creadas únicamente para guiar el destino de ese hombre silencioso y amable. El único al que le repitió sinceramente lo que ya habían dicho las cartas.
El presidente pensó en las palabras de Blanca y se encontró a si mismo, apegado al poder que había conocido ocho años y al cual le había entregado todo su tiempo y su condición física. El espíritu del Presidente amaba ese poder que el cuerpo ya comenzaba a rechazar: su cabello estaba completamente gris, las arrugas de la cara, el dolor en la rodilla derecha y sobre todo las horribles pecas cafés en las manos. De pronto, un pensamiento cruzó su mente y le erizó los vellos de la nuca, ¿acaso Blanca se refería a la muerte interrumpiendo el final de su tercer periodo como mandatario? Entonces comenzó a pensar la muerte como una enemiga lejana que hacía mucho no recordaba; sintió miedo y quiso llamar a su esposa que seguía de espaldas a él, pero sintió vergüenza. Aun no era el tiempo de morir, aun había muchas reformas que hacer, tenía planes, obras, leyes, tenía muchos papeles sobre su escritorio y cada día eran más. Entonces sintió un arrepentimiento profundo; debió haber pensado en su esposa, en sus hijos, en su nieto, en las cosas de la finca, en los caballos que no veía desde hacia mucho tiempo. Pensó que estaba reemplazando al ser humano con el Presidente y se arrepintió de ello. Hacia mucho no descansaba; los días se habían convertido en una cadena de momentos repetidos donde murieron la siesta después del almuerzo, la lectura de libros novedosos, las visitas dominicales a la discotienda del centro comercial. Únicamente había logrado mantener viva la Misa en la catedral (aunque la silla ahora era preferencial) y los almuerzos del sábado con la familia; esos momentos eran los que le recordaban que aun estaba vivo.
Otro pensamiento lo golpeó con más fuerza que el anterior. ¿Sufriría un golpe de estado? ¿Enlodarían su nombre con acciones pasadas y errores olvidados? ¿Matarían al político y eso evitaría llegar a un final de su periodo? La somnolencia que había comenzado a sentir se esfumó de inmediato, pensando en los enemigos políticos que poco a poco se iban convirtiendo en enemigos personales, pensó en los rostros sonrientes que almorzaban con él bajo el calor ardiente de la costa o el frío monótono de la capital, los cuales brindaban a su salud cuando por dentro lo veían como un enemigo mas, emborrachado del poder que había conseguido y cuya existencia no se justificaba en nada mas que en una patria ajena y detenida en el tiempo. Entonces comprendió que sería más doloroso morir como político que como persona y eso lo volvió a hacer sentir mal.
La mañana llegó y la primera dama se despertó sola, con la sensación de haber estado sola toda la noche.
La consejera Presidencial llegó con tres periódicos del día y un bolso escandalosamente combinado con sus zapatos nuevos, ingresó al despacho del Presidente y saludó prosiguiendo con una tormenta de palabras que cayeron pesadamente sobre el hombre que no la miró. Ella se quedó callada y lo observó parado frente al reloj de péndulo, con las manos a la espalda, similar a un militar que espera ordenes.
El presidente estaba en otro lugar, en un mundo donde solo existían él y el reloj de péndulo; respiraba al compás del segundero, mirándolo como si nunca lo hubiera visto en su vida. Le pareció hermoso, genial, enigmático, tan silencioso que no entendía como podía perturbar sus noches y provocar insomnios.
La consejera se sentó y respirando profundamente dijo – ¿le pasa algo Presidente?
El reloj comenzó a tocar unas campanadas sordas, secas, y el Presidente parecía envuelto entre el sonido del mismo. Esperó que terminara el eco de las seis de la mañana cuando giró para ver a la mujer sentada en el sillón verde y le dijo imitando la voz de falso que protocolo que usaba Blanca:
- ¡Haremos campaña para un tercer periodo!-

viernes, 9 de noviembre de 2007

El dulce placer de la espera

El pedido era específico. Le pedí a la vendedora un libro de aquel escritor estadounidense que hacía mucho tiempo me tenía con el deseo genuino de mezclar sus letras con mi ocio. “Por la compra de este libro le damos este de obsequio joven” dijo ella de una manera prefabricada que no demostraba ningún entusiasmo, acaso por el cansancio de una larga jornada laboral. Sobre el mostrador puso mi libro y el libro de obsequio. Un libro de autoayuda. Mi repulsión es inmediata; nunca leeré un libro de autoayuda a menos que se trate de un ejemplar de “Hágase millonario escribiendo libros de autoayuda” Más de quince minutos, susurros melosos y miradas coquetas logré que la señorita me cambiara el libro por una novelita desconocida de un famoso periodista peruano.
El libro del escritor americano sigue en el estante de mis libros, en su envoltura original. La novelita del escritor peruano me envolvió con una facilidad sorprendente, donde la simpleza de su lenguaje, la nitidez de la historia y la humanidad de sus personajes.
Luego… Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Muchas veces he tenido una idea concebida de lo que quiero, de los detalles especiales que espero… hasta del color de ojos y del nivel cultural…
Pero quizás ese complemente esperado, esa mitad que me falta, está en un empaque diferente, con un titulo distinto al deseado, entonces ¿Cómo saber cuando llega quien debe llegar?
Simplemente por instinto… amar por instinto… dejarse llevar por ese vendaval de sentimientos que golpean de repente y te dejan sin sentido, sin orientación…
¿Errores? ¡Todos los del mundo! Porque lastimosamente el corazón es iletrado, analfabeta, desconocedor de los grandes misterios que se enredan en la maraña de laberintos que se pierden en el alma.
Las lluvias han arreciado en esta parte de la galaxia… los amaneceres fríos me recuerdan lo gigantesca que resulta una cama en soledad y algunos recuerdos son lo único que sirve para mantener viva la hoguera. Recuerdos de tiempos donde fui feliz, recuerdos que me gritan que he vivido.
Ahora solo quiero liberarme de mis pretensiones, liberarme de los conceptos preformados, de lo que quiero, de los detalles especiales que espero… hasta del color de ojos y del nivel cultural… disponiéndome a encontrar las palabras de amor más hermosas, en un libro que aun no he encontrado.
Ahhh... pero un libro habló de esperar... ahora esta en cine.... asi que para mirar paisajes Colombianos, escuchar a Shakira y llorar a Marquez... ¿Nos quitamos el sombrero?

Love in the Time of Cholera - Trailer

¿Cuanto estarias dispuesto a esperar por un amor?

martes, 6 de noviembre de 2007

Humilde opinión personal


Pues resultó que Dumbledore es Gay (véase el barbudo omnisapiente personaje de Harry Potter)… bueno creo que los diarios y los noticieros ya han gastado suficiente tinta en el tema para que yo continué con él, pero más allá que esta sea una ocurrencia solapada de la escritora para incrementar las ventas de su ultimo libro (acción por demás innecesaria, creo yo) mi punto es, ¿Qué es lo que hace particularmente interesante esta historia? ¿Qué un gay pueda finalmente ocupar un cargo sin miedo a la soledad, sin culpas y recriminaciones personales? ¿Qué un personaje homosexual pueda llegar por su propio sudor a un lugar privilegiado en la sociedad sin necesidad de ser el peluquero de Madonna o el Chihuahua de Paris?
Siempre he pensado algo -y a continuación siguen una serie de ideas muy personales- que la población gay debe, quiere y tiene que reclamar su derecho al anonimato, ojo, no confundir con el closet.
Hace tiempo quisieron proponer una campaña legislativa en Colombia para dar una tanto por ciento a las mujeres y a los gay en los empleos públicos. ¿Eso parece justo? ¿Acaso es necesario explicar a quien le compro chocolates, con quien paso mis fines de semana o con quien me acuesto, para conseguir un empleo? No, no me deben elegir por ser gay, por ser hetero o por ser bi, porque no será mi historia sentimental o sexual la que madrugue cada día a ponerle la espalda al sol y al trabajo. Hemos tenido en nuestra sociedad Grandes Hombres y Mujeres y pare de contar; la sociedad LGTB no deja su condición de Hombre y de Mujer (bueno, sin operación no) y por tanto no pierde la dignidad humana que ello representa. Si en un grupo de diez aspirantes uno es el más apto para el puesto y precisamente es un gay, ¡que el cargo quede en sus manos!, pero si es un chico hetero o una chica, al diablo con los demás, el empleo debe ser para el mejor.
En este peregrinaje llamado vida he encontrado cualquier cantidad de individuos de toda marca y calidad: el gay re-marica y payaso, el chico serio y aplomado, la chica hombruna y la “modelo” de niña, todos con sus cosas buenas y con sus cosas malas, algunos de los que llevarías a tu casa y otros con los que ni siquiera compartirías una noche de copas.
En mi caso soy gay, sin complejos, sin represiones, nacido en un hogar demasiado liberal y lo cual me facilitó aceptarme desde siempre. Nunca he puesto como tema familiar mi condición sexual, porque ser gay no me hará mejor ni peor hijo, hermano o
sobrino. Si mis amigos sospechan, pues que sospechen todo lo que quieran, porque para mi, el camino más sencillo sería que me preguntaran, pues con toda la sinceridad del mundo les respondería que si, porque ser hetero tampoco me haría mejor amigo. Trabajo en un trabajo para hombres, soy un hombre hecho y derecho, completamente independiente desde mis 13 años y aprovechando mi libertad sin convertirla en libertinaje. Creo en el amor, desconfío de la política, presumo de mi inteligencia y a veces trato de ocultar mis errores. Soy una persona como todas las demás, que pago mis impuestos, facturas de agua y electricidad, las cuotas de mi tarjeta de crédito, entonces, ¿en que medida, si fuese el mago más poderoso de todos los tiempos, quisiera que se hablara de mi homosexualidad? ¡Pues eso depende del tipo de biografía que estuvieran escribiendo, por supuesto! Rowling simplemente nos contó con impecable fantasía la vida de un niño mago y de su Maestro, un poderoso mago que debía protegerlo y transmitirle su conocimiento, no era el oficio de la Señora escritora explicarnos las noches de cama entre el anciano mago y su amigo Grindelwald.
Con todo esto, bien pueda cada quien sacar a la luz su homosexualidad para vender su música, su arte o sus libros, no es mi problema ni me afecta en lo absoluto y para juicios y prejuicios ya hay una sociedad encargada de ellos, yo solo dejo claridad de ser quien soy, saber lo que quiero y cuando digo ¡viva el anonimato! También estoy diciendo ¡muera el closet!

jueves, 1 de noviembre de 2007

Mimetismo...


“¡Este disfraz fue muy costoso!” Gritaba Mamá corriendo tras de mi por toda la casa, blandiendo en su mano un colorido trajecito del pato Donald, mientras yo, un poderoso y muy cómodo vaquero, huía ante la posibilidad de el deshonor escolar.
Dos horas después y firmemente convencido por las nalgadas de Mamá, iba entrando por la puerta de la escuela como un primoroso pato de corbatín azul, cola de espuma y sombrerito.
Los disfraces siempre han sido muy útiles, o acaso ¿Quién no ha visto la espectacular escapada del protagonista de la película, que escapa disfrazado de viejita jorobada, de cura o en el mejor de los casos disfrazado con el uniforme de sus propios enemigos? Si, los disfraces siempre han sido útiles… más para aquellas personas que necesitan esconder un lado oscuro.
“Si yo te quise fue porque creí encontrar en ti la mitad que me faltaba. Si torcí las redes de mi destino y de mi cotidianidad fue simplemente porque sentí que esas manos, que tocaban mi cuerpo como fuego abrasador y despiadado, eran un sinónimo de voluntad infinita, de deseo sin medidas… simplemente de amor.
Pero no… tus ideas eran lejanas a las mías, tu camino era torcido y sin retorno y en esa medida era imposible recorrerlo contigo. Por eso me fui, como se van los años, sin posibilidad de retorno.
Fingiste bien, tu mascara era hermosa, tus sentimientos fueron armados con perfección arquitecta. Nunca pensé que el corazón que puse en tus manos estaba en peligro absoluto. Nunca pensé que el corazón que puse en tus manos había de retornar a mi pecho en pedazos. Nunca pensé que mis sueños, diseñados para encajar en tu cuadriculada vida, no eran más que una perdida de tiempo. Yo perdí mi tiempo, pero tu… ¿acaso tu único objetivo era dejar mis sentimientos vueltos jirones? Si, creo que si, nada te motiva, nada te guía, no hay en ti encendido ese fuego devorador que consume vorazmente todas las esquinas del alma y enciende e ilumina el deseo de amar y de sentirse amado. No, es un trozo de hielo lo que hay en tu alma, un trozo de hielo disfrazado de ternura. Un perfecto disfraz.”
De todos los colores, de todas las formas… los disfraces ocultan, suprimen, dan forma a reacciones de gusto o disgusto. Temo a los disfraces, especialmente si son de payaso y huyo de otros disfraces, especialmente si ocultan el alma.
Este soy yo, envuelto en un frío invernal que me obliga a abrigar hasta el alma, mirando como preparo mi propio disfraz, el que oculta las debilidades, las lágrimas, los sueños inconclusos, las metas lejanas; aquí estoy arreglando el disfraz que esconde las impotencias y las dudas, mostrando un ser de sonrisa triunfadora y mirada forastera. Aquí es donde preparo el maquillaje para transformar la debilidad en majestad de ángel… de ángel oscuro.