jueves, 28 de junio de 2007

...aprendiz de escritor (II)



Yo daría el alma por no haber llegado tan tarde a tu vida
Pero ya no puedo porque al fin de cuentas mi alma te entregue
Juró que comprendo
Que él será primero
Y aun asi yo espero que al llegar la tarde
Ya no ser cobarde y volverte a ver

No voy a negarte que este sentimiento me traerá amargura
Que es una locura cuando no eres libre darte el corazón
Pero has que me olvide
De esta noche negra
Y entre besos pierda
Y en todo me venda
Y aunque no lo obtenga pretender tu amor

Y toma mi mano y olvídalo todo
Y deja que salte sin miedo a caer
El unico miedo que quiero esta noche
Es que llegue pronto el amanecer

Y olvida sus besos, sus huellas, su nombre
Olvida hasta el cielo y entrégate a mi
Te juro que entiendo que él será primero
Pero yo soy tuyo, ahora y aquí

martes, 19 de junio de 2007

Sobre la decadencia en el arte de amar


Permíteme escribir de olvido…
Burlándome de la facultad maravillosa que tengo para recordar de personas nocivas como tu. Porque te recuerdo, sabes?.... recuerdo besos, palabras, tiempos, detalles, momentos, espacios; los situé geométricamente en lugares estratégicos del alma, para que dolieran, para que me recordaran el olor los sueños podridos que puse en tus manos y ni te diste cuenta, para que golpearan cada vez que los sintiera vivos y de esa manera algún día decidirme a matarlos.
Y lo logré, fíjate, me deshice de ellos sin un solo gesto de dolor, como quien finalmente recibe la cura de una llaga antigua y dolorosa, limpiando tu presencia de cada rincón de mi cama, ignorando los recuerdos que dejaste regados en esta maldita ciudad que se hizo cada vez mas grande, mas amenazadora… mas tuya.
Este era tu espacio, era tu lugar y preferí el exilio, aunque nadie entendiera mi huida, nadie sabía el influjo mortal que tenia tu presencia.
Y llegue al desierto de humo y polvo, de tierra y sangre, de fin y muerte, y pensé que la vida en este lugar no era posible, pensé que sin ti no había vida, pero si la hay, ¡mira tu!, hay mas mundo que tu mundo y mas suelo que tu suelo, y hay mas besos lejos del remedo de besos que solías darme; y todo sin siquiera decir media palabra en contra tuya, porque nadie supo tu nombre y nadie lo sabrá jamás, nadie comprenderá mi huida y nadie esperará mi regreso.
Este es mi nuevo mundo, este es mi lugar más allá de los lugares conocidos, lo situé geométricamente mas allá de tu voluntad y de tus recuerdos dolorosos, esta es mi casa y aquí no recibirás una bienvenida, porque simplemente eres pasado y aquí… aquí vine a escribir de olvido.

jueves, 14 de junio de 2007

Te dedico una canción!

...para que sigo perdiendo el tiempo contigo
y talvez haciendo falta en otro lugar
donde otros labios por amor besen los mios
y que se alegren cuando me vean llegar
sufriré cuando este ausente
al ver que todo acabó
pero tengo que ser fuerte
aquí estoy sobrando yo
para que hago cuentas que te necesito
si mis esperanzas en ti las perdí
te brindé ternura, te amo con cariño
a cambio de qué? te pregunto a ti!
si tu corazón no valora nada
amor me pedías y amor te sobró
y a pesar de todo lo que te brindaba
veo tu injusticia... aquí sobro yo

martes, 12 de junio de 2007

Invierno del 2007


La vida no es más que una monumental secuencia de segundos conectados el uno con el otro. Por un lado no sabemos qué nos quitará el sueño, qué nos volará el tiempo… qué nos cambiará el camino.
En la mesa de la cafetería se sentaron un EX suicida y un EX fármaco-dependiente… se habían mirado por interminables horas y se habían hablado por muchas, muchas más.
Del suicida sé que trae a sus espaldas una gran biblioteca de decepciones, que pesan algo, pero que son útiles al momento de evitar errores; también unas ganas enormes de amar, equivalentes al deseo contenido del fumador en abstinencia; algunas historias reales y muchas otras inventadas. Del otro personaje aun estoy descubriendo detalles.
La noche corre demasiado rápido y el escenario no se modifica. Nuestros personajes continúan en la misma cafetería, junto a la parada de autobuses, diluyendo en palabras uno y otro y otro tema.
Aun no entendían que el guión de esta noche había sido escrito desde tiempos inmemoriales, que el destino los amarró desde mucho antes que se descubrieran los primeros oráculos en las estrellas. Desconocían el futuro que llevaban tallado en la palma de la mano y donde claramente se los podía ver dos días después haciendo el amor escondidos del mundo y de miradas curiosas; donde descubrían sus labios en el dulce placer de los besos acumulados para quien fuera lo suficientemente bueno y los mereciera; donde lograban el objetivo deseado durante tantas noches de insomnio: una compañía sincera y sin más pretensiones que la unión de dos cuerpos desnudos al amanecer… el amanecer que desde ya están deseando.
En sus manos está olvidar viejos amores, curar viejas heridas, cumplir anhelos vencidos. En sus corazones está el poder de entregarlo todo en un solo beso, en una sola caricia. En sus almas está la posibilidad de olvidar las distancias que los separen, de no contar de nuevo el tiempo en minutos sino en simples parpadeos.
Aun no conocen casi nada el uno del otro, sin embargo están ahí, sentados uno frente al otro en la mesa de la cafetería a punto de cerrar y sin notar que la noche hace más escasos los autobuses para volver a casa.
Lo se porque son mis personajes. Yo escribí sus vidas y sus historias mucho antes que los cometas surcaran la galaxia lejana desde la que escribo; les puse el escenario y les puse los diálogos; les puse el mapa para descubrirse el uno al otro simplemente en la palma de la mano – fue lo mas cercano al corazón que encontré-; pero nunca amarré sus caminos, son libres, son libres para irse o quedarse en la mesa de la cafetería o para hacer el amor dos días después. Son libres de cualquier manera y bajo cualquier figura, pero solo quiero que les quede la certeza, que por una vez en su vida, encontraron alguien que de verdad valía la pena.

jueves, 7 de junio de 2007

...tan solo Cien Años... (I)


... y me puse a pensar, con esos pensamientos locos que me salen a veces de la geografía inexplorada que tengo en el alma y se me vinieron unas ganas enorme de perderme en la lectura de otro libro... busque entre los viejos, los descuadernados, los nuevos... y ahí estaba, ese maravilloso mundo aparte que es Macondo, ese universo paralelo llamado Cien Años de Soledad...

...y quise escribir algo sobre ese libro, una primera entrada de varias sobre este libro, aunque ya todo esté escrito, buscando entre los personajes alguno que me regalara las letras para este escrito... pero todos son tan hermosos!!!... fisicamente como Remedios la Bella o en su esencia como Ursula o simplemente por la complejidad simple de sus nombre como Mauricio Babilonia, Santa Sofía de la Piedad o 17 hombres llamados Aureliano, pero hubo una, Fernanda, a la que no le había prestado mucha atencion pero que protagoniza uno de los pasajes mas apasionante de el libro y es cuando, en medio de una tormenta macabra, se revuelve en un ataque de ira y de rencores antiguos, de sentimientos oxidados y es asi como sus protestas eventuales, sus desahogos poco frecuentes, se desbordaron en un torrente incontenible, desatado, que empezó una mañana como el monótono bordón de una guitarra, y que a medida que avanzaba el día fue subiendo de tono, cada vez más rico, más espléndido. Aureliano Segundo no tuvo conciencia de la cantaleta hasta el día siguiente, después del desayuno, cuando se sintió aturdido por un abejorreo que era entonces más fluido y alto que el rumor de la lluvia, y era Fernanda que se paseaba por toda la casa doliéndose de que la hubieran educado como una reina para terminar de sirvienta en una casa de locos, con un marido holgazán, idólatra, libertino, que se acostaba boca arriba a esperar que le llovieran panes del cielo, mientras ella se destroncaba los riñones tratando de mantener a flote un hogar emparapetado con alfileres, donde había tanto que hacer, tanto que soportar y corregir desde que amanecía Dios hasta la hora de acostarse, que llegaba a la cama con los ojos llenos de polvo de vidrio y, sin embargo, nadie le había dicho nunca buenos días, Fernanda, qué tal noche pasaste, Fernanda, ni le habían preguntado aunque fuera por cortesía por qué estaba tan pálida ni por qué despertaba con esas ojeras de violeta, a pesar de que ella no esperaba, por supuesto, que aquello saliera del resto de una familia que al fin y al cabo la había tenido siempre como un estorbo, como el trapito de bajar la olla, como un monigote pintado en la pared, y que siempre andaban desbarrando contra ella por los rincones, llamándola santurrona, llamándola farisea, llamándola lagarta, y hasta Amaranta, que en paz descanse, había dicho de viva voz que ella era de las que confundían el recto con las témporas, bendito sea Dios, qué palabras, y ella había aguantado todo con resignación por las intenciones del Santo Padre, pero no había podido soportar más cuando el malvado de José Arcadio Segundo dijo que la perdición de la familia había sido abrirle las puertas a una cachaca, imagínese, una cachaca mandona, válgame Dios, una cachaca hija de la mala saliva, de la misma índole de los cachacos que mandó el gobierno a matar trabajadores, dígame usted, y se refería a nadie menos que a ella, la ahijada del duque de Alba, una dama con tanta alcurnia que le revolvía el hígado a las esposas de los presidentes, una fijodalga de sangre como ella que tenía derecho a firmar con once apellidos peninsulares, y que era el único mortal en ese pueblo de bastardos que no se sentía emberenjenado frente a dieciséis cubiertos, para que luego el adúltero do su marido dijera muerto de risa que tantas cucharas y tenedores, y tantos cuchillos y cucharitas no era cosa de cristianos, sino de ciempiés, y la única que podía determinar a ojos cerrados cuándo se servía el vino blanco, y de qué lado y en qué copa, y cuándo se servía el vino rojo, y de qué lado y en qué copa, y no como la montuna de Amaranta, que en paz descanse, que creía que el vino blanco se servía de día y el vino rojo do noche, y la única en todo el litoral que podía vanagloriarse de no haber hecho del cuerpo sino en bacinillas de oro, para que luego el coronel Aureliano Buendía, que en paz descanse, tuviera el atrevimiento de preguntar con su mala bilis de masón de dónde había merecido ese privilegio, si era que ella no cagaba mierda, sino astromelias, imagínense, con esas palabras, y para que Renata, su propia hija, que por indiscreción había visto sus aguas mayores en el dormitorio, contestara que de verdad la bacinilla era de mucho oro y de mucha heráldica, pero que lo que tenía dentro era pura mierda, mierda física, y peor todavía que las otras porque era mierda de cachaca, imagínese, su propia hija, de modo que nunca se había hecho ilusiones con el resto de la familia, pero de todos modos tenía derecho a esperar un poco de más consideración de parte de su esposo, puesto que bien o mal era su cónyuge de sacramento, su autor, su legítimo perjudicador, que se echó encima por voluntad libre y soberana la grave responsabilidad de sacarla del solar paterno, donde nunca se privó ni se dolió de nada, donde tejía palmas fúnebres por gusto de entretenimiento, puesto que su padrino había mandado una carta con su firma y el sello de su anillo impreso en el lacre, sólo para decir que las manos de su ahijada no estaban hechas para menesteres de este mundo, como no fuera tocar el clavicordio y, sin embargo, el insensato de su marido la había sacado de su casa con todas las admoniciones y advertencias y la había llevado a aquella paila de infierno donde no se podía respirar de calor, y antes de que ella acabara de guardar sus dietas de Pentecostés ya se había ido con sus baúles trashumantes y su acordeón de perdulario a holgar en adulterio con una desdichada a quien bastaba con verle las nalgas, bueno, ya estaba dicho, a quien bastaba con verle menear las nalgas de potranca para adivinar que era una, que era una, todo lo contrario de ella, que era una dama en el palacio o en la pocilga, en la mesa o en la cama, una dama de nación, temerosa de Dios, obediente de sus leyes y sumisa a su designio, y con quien no podía hacer, por supuesto, las maromas y vagabundinas que hacía con la otra, que por supuesto se prestaba a todo, como las matronas francesas, y peor aún, pensándolo bien, porque éstas al menos tenían la honradez de poner un foco colorado en la puerta, semejantes porquerías, imagínese, ni más faltaba, con la hija única y bienamada de doña Renata Argote y don Fernando del Carpio, y sobre todo de éste, por supuesto, un santo varón, un cristiano de los grandes, Caballero de la Orden del Santo Sepulcro, de esos que reciben directamente de Dios el privilegio de conservarse intactos en la tumba, con la piel tersa como raso de novia y los Ojos vivos y diáfanos como las esmeraldas. -Eso sí no es cierto -la interrumpió Aureliano Segundo-, cuando lo trajeron ya apestaba. Fernanda no le hizo caso, pero bajó la voz. Esa noche, durante la cena, el exasperante zumbido de la cantaleta había derrotado al rumor de la lluvia. Aureliano Segundo comió muy poco, con la cabeza baja, y se retiré temprano al dormitorio. En el desayuno del día siguiente Fernanda estaba trémula, con aspecto de haber dormido mal, y parecía desahogada por completo de sus rencores Sin embargo, cuando su marido preguntó si no sería posible comerse un huevo tibio, ella no contestó simplemente que desde la semana anterior se habían acabado los huevos, sino que elaboré una virulenta diatriba contra los hombres que se pasaban el tiempo adorándose el ombligo y luego tenían la cachaza de pedir hígados de alondra en la mesa. Aureliano Segundo llevó a los niños a ver la enciclopedia, como siempre, y Fernanda fingió poner orden en el dormitorio de Memo, sólo para que él la oyera murmurar que, por supuesto, se necesitaba tener la cara dura para decirles a los pobres inocentes que el coronel Aureliano Buendía estaba retratado en la enciclopedia. En la tarde, mientras los niños hacían la siesta, Aureliano Segundo se sentó en el corredor, y hasta allá lo persiguió Fernanda, provocándolo, atormentándolo, girando en torno de él con su implacable zumbido de moscardón, diciendo que, por supuesto, mientras ya no quedaban más que piedras para comer, su marido se sentaba como un sultán de Persia a contemplar la lluvia, porque no era más que eso, un mampolón, un mantenido, un bueno para nada, más flojo que el algodón de borla, acostumbrado a vivir de las mujeres, y convencido de que se había casado con la esposa de Jonás, que se quedó tan tranquila con el cuento de la ballena. Aureliano Segundo la oyó más de dos horas, impasible, como si fuera sordo. No la interrumpió hasta muy avanzada la tarde cuando no pudo soportar más la resonancia de bombo que le atormentaba la cabeza. -Cállate ya, por favor -suplicó. Fernanda, por el contrario, levantó el tono. «No tengo por qué callarme -dijo-. El que no quiera oírme que se vaya.» Entonces Aureliano Segundo perdió el dominio. Se incorporó sin prisa, como si sólo pensara estirar los huesos, y con una furia perfectamente regulada y metódica fue agarrando uno tras otro los tiestos de begonias, las macetas de helechos, los potes de orégano, y uno tras otro los fue despedazando contra el suelo. Fernanda se asustó, pues en realidad no había tenido hasta entonces una conciencia clara de la tremenda fuerza interior de la cantaleta, pero ya era tarde para cualquier tentativa de rectificación. Embriagado por el torrente incontenible del desahogo, Aureliano Segundo rompió el cristal de la vidriera, y una por una, sin apresurarse, fue sacando las piezas de la vajilla y las hizo polvo contra el piso. Sistemático, sereno, con la misma parsimonia con que había empapelado la casa de billetes, fue rompiendo luego contra las paredes la cristalería de Bohemia, los floreros pintados a mano, los cuadros de las doncellas en barcas cargadas de rosas, los espejos de marcos dorados, y todo cuanto era rompible desde la sala hasta el granero, y terminó con la tinaja de la cocina que se reventé en el centro del patio con una explosión profunda. Luego se lavé las manos, se echó encima el lienzo encerado, y antes de medianoche volvió con unos tiesos colgajos de carne salada, varios sacos de arroz y maíz con gorgojo, y unos desmirriados racimos de plátanos. Desde entonces no volvieron a faltar las cosas de comer.

miércoles, 6 de junio de 2007

de deseos quebrados!


... hoy quisiera rendirme...
... no se a quien ni ante quien, pero hoy quisiera bajar mis defensas, mis barreras, mis miedos...


... hoy quisiera declararme mortalmente vencido, acobardado, destruido, enterrado en piedra y recuerdos, de pasados de glorias perdidas, de sueños que no vieron la luz y de luces que no encontraron un sueño que iluminar...


... hoy desearía agachar la cabeza, poner la otra mejilla, hacer de lado el orgullo y la dignidad...


... pero de repente recuerdo que naci luchador... sin importar ser vencedor o vencido, pero luchador al fin y al cabo, forjado con la dureza del alma que jamás cruza los brazos y con el corazon milenario que nacio siendo viejo, naci en una galaxia muy diferente a la tuya, en la mia no suplicamos, en la mia no olvidamos... eso no quiere decir que no tengamos deseos de dejarnos vencer, pero el deseo no es mas fuerte que nosotros mismos...


... esa, mi dulce judas, es la diferencia entre tu y yo...

lunes, 4 de junio de 2007

HERE I AM....


A quien, dime tú, puedo culpar por sentir cosquillas en el estomago luego de escuchar tu hermosa voz telefónica? ....Hola.... aqui estoy, publicando mi vida sexual a todo el que quiera leer, como me lo dijiste y como me gusta hacerlo... he notado que todos sabemos a la perfeccion como vivir la vida ajena, aunque el problema real sea vivir la propia!Gracias por responder y por invitarme a darle un vistazo a ese ocupado mundo donde habitan los filosofos (y los psicologos)... ahora... con relacion a lo que escribiste, creo no haber estado mas de acuerdo con alguien! no estamos en la misma ruta, ni siquiera estamos en la misma ciudad y eso ya es mucho decir, pero no dejo de pensar el ti como el prototipo intelectual, fisico y sexual de la persona que me gustaría tener al lado. A quien, dime tú, puedo culpar si me gustó esa manera de besar, aunque los besos menguaron en las pocas veces que nos vimos? a mi mismo! porque tu cumpliste con lo que ofreciste... fui yo quien me perdí en deseos... pero a pesar de que mi cabeza flota en sueños a muchas lunas de aqui, mis pies siempre han estado fuertemente atados a la tierra, ellos conoce muy bien el mundo que me tocó recorrer (aunque no niego que conocen tambien el camino para llegar a tu casa)... sé a donde podríamos llegar, y me gusta saberlo. Sé perfectamente que la meta es cumplir con la tarea de pasar una tarde a tu lado con un "finale" para los dos. Se que no habrá amaneceres juntos, ni salidas a comer, ni peliculas en las tardes de aguaceros y de pereza. Se bien bajo qué terminos volvería a tu casa y bajo que terminos he ido a tu casa. No temas que pretenda algo más, pues se bien que no habrá algo más, pero simplemente, a quien, dime tú, puedo culpar si me gusta soñar despierto?

I know......Of past regrets and future fears