miércoles, 28 de enero de 2009

Sobre Natalia

Hay lugares, canciones, personas, que vienen directamente del cielo y llegan a meterse en tu alma sin pedir permiso y sin necesitarlo. De repente, como todo lo que crece y evoluciona, las personas se marchan, a continuar con eso que llaman vida y que nos reparte por un mundo sin pensar en la falta que haremos a aquellos que nos quieren y que darían mucho por nosotros.
Hoy he recordado todo el día hermanita, la última vez que nos sentamos en el parque de Pradera, tú con tus sueños de volar a un país donde los imposibles se hacen realidad, yo con la loca idea de que nuestro pueblo era demasiado chico para tantas ambiciones.
Mi corazón sabe cuánto te echo de menos, mis recuerdos se devuelven a la niña ilusionada con la que muchas veces lloramos, reímos, nos enfadamos…
Ahora eres una mujer, viviendo en ese país que solo he visto en postales viajeras, con una compañía inmejorable y con todo el futuro que tu esfuerzo y tu trabajo te ofrecen… ¿Qué podría yo ofrecerte en tu cumpleaños?
Nada, nada que pueda empacar; nada que pueda poner en una caja y puedas destapar con ilusión infantil. Entonces te envío mi promesa de amistad eterna, de comprensión absoluta, de apoyo total. Te envío los deseos de que la vida te acaricie a cada instante, ofreciéndote la felicidad que buscas en ese país al que ahora llamas hogar.
Hoy me uno a esa, tu familia, que bien sabes que también es la mía, para desearte un feliz cumpleaños en compañía de las grandiosas personas que has conocido. Hoy me uno a tu abuela, que sabes bien que la quiero como a mi propia abuela, para incluirte en mis plegarias mas especiales, pidiéndole al Dios de los cristianos que te proteja de todo lo que pueda dañarte, que te de la sabiduría para tomar decisiones, que mantenga a tu lado un buen hombre que sepa abrigarte el corazón.
Natalia, amiga, hermana... desde el fondo de mi corazón y hablando en nombre de toda mi familia, que sabes bien que te considera una más de nosotros, TE ENVIO UN ABRAZO DE FELIZ, FELIZ CUMPLEAÑOS hasta la tierra donde las ilusiones de tu alma se convertirán en realidad.

miércoles, 21 de enero de 2009

Sobre canciones incompletas

Me acobardó la soledad y el miedo enorme de morir lejos de ti...

¡Qué ganas tuve de llorar sintiendo junto a mi la burla de la realidad!
Y el corazón me suplicó que te buscara y que le diera tu querer...
Me lo pedía el corazón y entonces te busqué creyéndote mi salvación....
Hace días, Oz ponía en una de sus frases que el príncipe escuchó la primera frase de esta canción y pensó que su amada aun lo esperaba… ¡Pobre! No conocía la canción completa… no sabía que habría de encontrar una extraña tejiendo una larga trenza de costumbre cuando el amor estaba olvidado.
Y ahora que estoy frente a ti parecemos, ya ves, dos extraños...
Lección que por fin aprendí: ¡Cómo cambian las cosas los años!
Angustia de saber muertas ya la ilusión y la fe...
Perdón si me ves lagrimear... ¡Los recuerdos me han hecho mal!
¿Acaso, no hemos todos alguna vez escuchado la primera parte de un mensaje y haber fallado en su interpretación? ¡Ja! Iluso de mí, el rey de este error…
La noche esplendida y fría de la capital que adoro me llevaba puntual, como siempre, a mi destino en la zona de bares y cafecitos. Él llegó media hora tarde, pero la furia me tocó fingirla ya que el olor de su perfume borró cualquier rastro del enojo genuino. Fuimos a la disco, bailó conmigo toda la noche aun cuando la jauría de chicos en cacería nos había asediado hasta la zona de no fumadores… reímos, jugamos, flirteamos… y la noche se terminó, cuando las mañanas despuntan, con un fabuloso beso de cuento de hadas.
Si yo fuese Perrault o uno de los Hermanos Grimm, dejaría la historia aquí a fuerza de no poder dejarla en boda (aun no en Colombia)… pero como no lo soy, debo decir que después del beso no pasó nada… no hubo llamadas posteriores, hubo un encuentro pequeñito y ligero sin nada mas, y luego hubo una salida amistosa donde me contó que segundos antes había conocido al chico más hermoso en el mundo habitado…
Ese era yo, cargando como el caracol a mis espaldas un pasado de ilusiones que ya es suficientemente pesado, pero aun así añadiendo más peso al bulto.
¿Acaso era para mí tan difícil esperar a que la canción sonara completa para ponerle destino elevado al corazón? No, lo siento, la melodía embriagaba, la canción era tan hermosa como su interprete y lastimosamente la gran mayoría de los que están leyendo esto saben que yo entrego mi corazón al menor movimiento de pestañas y aprendí a repararlo con habilidad de zapatero, reforzándolo cada vez mas.
Mis canciones no son alegres, pero aun así aprendí a sonreir, sonreírle a esos finales inesperados, echarme mi amor al hombro y seguir por el camino, entonces, ¿Podría alguien explicarme la reincidente necesidad de ilusionarme? ¡Dios! Es patológico… ya no peligroso ni mortal, pero pareciera que en cada viento que tiendo a elevarme encuentro un nuevo roto en mi cometa… ciertamente debería esperar que la canción suene completa, para saber como terminará.
Palideció la luz del sol al escucharte fríamente conversar...
Fue tan distinto tu amor y duele comprobar que todo, todo terminó.
¡Qué gran error volverte a ver para llevarme destrozado el corazón!
Son mil fantasmas, al volver burlándose de mí, las horas de ese muerto ayer....

sábado, 17 de enero de 2009

Sobre el monólogo de Valería

Unica escena.
Un restaurante, una mesa de manteles a cuadros, una pareja quizás de enamorados quienes esperan servicio, un pequeño reloj en la pared que marca las ocho menos cinco de la noche. Una chica menuda y risueña se acerca con una libreta en la mano y un lápiz en la otra. No sabe la chica que dos horas después conocerá al amor de su vida (aunque esto no viene al caso para nuestra historia)
“Buena noches – dice la chica con acento costeño- mi nombre es Valeria y seré la encargada de atenderlos hoy, quieren que les traiga la carta o ya saben lo que van a pedir, aunque nunca los he atendido me doy cuenta que son clientes. Particularmente los atiende Marina, pero si vieran que la pobrecita hoy tuvo que quedarse con el hijo a quien lo han operado de el apéndice, ¡Pobre! Pero como decía mi Mamá, el apéndice no es más que ese pedacito que el Buen Dios nos puso para hacernos diferentes a él, es mejor dicho, el defecto de fábrica. Ja ja ja ja. Yo por eso no como nada que tenga semillas, ni las semillas del tomate ni de la granadilla, pero mire a usted ¡como le recomiendan a uno las granadillas para tener una piel sana!, bueno, eso me lo dijo la chica rubia que va al gimnasio por las mañanas, la viera usted, ¡tan bonita con su ropa que siempre combina! y tan amable, porque hay que ver la cantidad de dietas que me ha recomendado la chica, eso sí, cuando me dijo lo de las granadillas bien me hubiese podido recomendar pan viejo, porque en ese momento iba entrando ese chico de cabello largo… ¿Cómo es que se llama? Pues la verdad no me acuerdo, porque a mí, mucho no es que me guste; fíjese usted si le quitamos el cabello ¿qué nos queda? Pues nada mi amiga, nada nos queda porque hay personas así, que lo único bonito que el Buen Dios les dio, es algo en el físico, un no sé qué que uno busca pero que no sabe donde lo tiene. ¿Acaso no ha conocido usted muchas personas que aparte de un poquito de belleza no tiene nada más debajo del cabello? Pues vaya si a mí me han tocado muchos, ya pudiera yo darles ideas a los escritores de las telenovelas, que esos pobres si se empeñan en vendernos la misma historia, con una herencia menos pero una traición más. Desde que prohibieron las novelas en casa, pues nada, que no hemos podido ver más que los noticieros…! Ah ¡pero es que si a esos también parecen telenovelas, el mismo que un día es rey con todo y corona, al otro día va preso o le están pidiendo la renuncia. Es que hay que ver las cosas que nos pasan a los pobres, ¿todo por qué? ¡Que la comunicación! Ya nadie se expresa como debería de hacerlo, como la chica aquella que se quejó porque le serví papas fritas en vez de papas cocidas, ¡Ya me hubiera dicho en mi cara que era un error! Pero no, ella se fue derechito donde el administrador, que quizás no viene al cuento, pero viera usted que la semana pasada se peleó con la mujer ¡no se imagina el infierno que vivimos con ese hombre! ¡Esa semana la hubiese pasado gustosa en el purgatorio!, suspendió a Carmenza, nos hizo lavar los baños después de la jornada de trabajo ¿Para qué? Para que al día siguiente nos vengan con el cuento que este mes no nos van a realizar el aumento por comienzo de año, sino que nos van a hacer un reajuste en Febrero, ¡mire usted!; ah, pero como le venía diciendo, la muy cretina fue y puso la queja de que las papas estaban equivocadas y desde el fondo de la cocina la alcancé a escuchar y le grité: ¡Eh! ¿Y no me dijiste tarada que las papas las querías bien doraditas? ¡Ya me vas a explicar tú a mí como demonios te vamos a dar doraditas unas papas cocidas! Pero Carmenza, quien entonces aun no había sido suspendida, me detuvo para que no viniera a discutir con la tontica esa y con el calvo del administrador. ¡No me dejan comunicar en este lugar! ¡Comunicación, eso es lo que le falta a esta gente!
Pues ya ve, por un miserable grito que pegue desde la cocina, apenas me reintegro hoy a mi trabajo, que si no es muy bien pago, por lo menos me queda cerquita a la casa, ¡que me queda aquí a las dos cuadras!, porque aquí joven, usted se puede matar en la cocina o servir la mesa con toda la amabilidad del mundo y no le reconocen nada, nadie aprecia el trabajo de una. ¡Ay! Pero qué pena, díganme ustedes, ¿Qué desean comer hoy? ¿Les traigo la carta o ya saben qué van a pedir?”

sábado, 10 de enero de 2009

Sobre archivo inactivo II

De esta carta conservé un pedazo en un archivo de Word, y lo puse en un compilado de frases que alguna vez posteé aquí hoy, desempacando mis viejos libros que regresaron conmigo de mis vacaciones, he encontrado la original y la trascribo a ustedes… solo para que me conozcan un poco mejor.
Cuando te conocí pensé que lo único que nos iba en contra eran los dieciocho kilómetros que hay entre tu casa y la mía; hoy, a varios meses de habernos conocido, me doy cuenta que tal vez esa era la distancia más pequeñita que había que cruzar para tocar tus sentimientos.
El domingo, cuando fuimos a cine (a ver una película que yo ya había visto) lo que menos me interesaba era el cine. Esa noche lo único que deseaba era verte, ¡hacía tanto no te veía! Pero disminuiste el tiempo de encuentro a su menor expresión… era difícil hablarte en compañía del taxista, era complicado hablarte en la fila de las palomitas de maíz (donde no me acompañaste) y era definitivamente imposible hablarte durante la película (aun cuando no te gustó ni poquito).
Cuando salimos, a la medianoche, hubiese dado lo que fuera por poder invitarte a tomar algo, a quedarnos un instante en el centro comercial… pero tenías afán para irte, presumo que debías madrugar al otro día. ¿Por qué siempre las noches mágicas tienden a terminar a la medianoche?
La primera y única vez que te di un beso pensé que era el más afortunado del mundo, ¡por lo menos no había recibido un golpe en respuesta! Pero quizás no era consciente que es más fácil llegar a los labios que al corazón y ahora soy conciente que tu corazón nunca ha tenido ni habrá de tener un espacio para mí.
He sido prudente contigo (aunque use la palabra prudencia para reemplazar la palabra cobardía) evitando que te alejes de mi, que se terminen las largas conversaciones que solemos tener, evitando perder a la única persona que hace crecer mariposas en mi estómago.
Hoy quiero contarte (aunque es evidente, dada mi idiotez cuando entro en contacto contigo) que me enamoré de ti desde el momento mismo en que estreché tu mano; hoy en día no se si hay sensatez en enamorarse de una persona que te niega el primer beso que intentas darle, aunque quizás eso es lo emocionante de una conquista, . Sé muy bien que mis oportunidades de lograr algo contigo son nulas, que mis sueños están lejos de ser los mismos sueños tuyos y que aunque no me lo has contado, lo más probable es que ahora tengas a alguien a tu lado.
Yo creo que ya no hay caso en seguir pretendiendo entrar en tu vida por una ventana, cuando encuentro todas las puertas cerradas. Uno nunca escoge de quien se enamora, pero si escoge si darle alas o no a un sentimiento hacia alguien… y creo que ya es hora de cortarle las alas a lo que siento por ti.
No porque piense que en algo has cambiado, si bien eres diferente, podría decir que luces mas interesante, más agradable… ¡mejor! Pero en algo sigues siendo el mismo: aun eres indiferente conmigo, por más que lo he intentado, no has mostrado el mínimo interés en este fulano…
Solo quería que supieras que ha sido fabuloso el tiempo a tu lado y que hubiese sido fantástico tener un tiempo adicional… lastimosamente las cosas no se dieron, lastimosamente no estuvo nunca en mis manos lograrlo…
De cualquier manera, habrá de pasar mucho tiempo, quizás muchas vidas, para encontrar de nuevo alguien de quien verdaderamente haya tenido deseos de enamorarme.

miércoles, 7 de enero de 2009

Sobre un juicio justo.

Señores del jurado, a través de este memorial de agravios quiero poner en digno juicio a todas esas canciones que de manera subversiva se aprovechan de la debilidad moral y psicológica de los momentos que este pobre cristiano esté atravesando.
O acaso ¿no se han dado cuenta ustedes, ilustres señores, que las muy canallas buscan la frase perfecta, el momento justo, el interprete adecuado para filtrarse en las venas y hacer estallar el corazón? Por mi lejana galaxia me han volado los sesos más de un millón de veces con “Ella”, “Devuélveme el corazón” o “Costumbres”… si contamos que mi debilidad me expone más en los momentos que acompaño con alcohol, decimos que las rancheras me llegan al alma y de ahí no las saca nadie.
Pero entonces las muy montoneras me llegan con los Tangos… y el bandoneón se desliza por la cabeza y mas allá, hacia el sur del corazón y lo conquista todo. “Uno”, “Volver”, “las cuarenta”…
Si señores del jurado, me declaro sublimemente vencido por la música; me tiene poseído, endemoniado, controlado; se valieron de José Alfredo, de Manzanero, de Serrat, de Sabina, de Chopin, de Arjona, de Aguilera (no Christina precisamente), de Cantoral, para hallar la palabra precisa. Se valieron de Chavela, de Sinatra, de Mercedes, de Gardel, de María Dolores, de Jurado para decirlo de manera inmejorable. Tomaron mi voluntad con artillería pesada y ya no pude resistir.
Nirvana, Placido, Shakira, Santana, Dido, Alanis, Boccelli, Perales, Infante.
Es por eso señores del jurado que quiero un juicio contra la Música, por ser dulce placer y a la vez vinagre en las heridas, por decir siempre lo que se debe decir cuando no la quiero escuchar… pero masoquista de mi, siempre volveré, una y otra vez.
Espero señores del jurado que mi solicitud sea escuchada y permítame una última pregunta, ¿Qué canción pondrían ustedes como banda sonora de su presente inmediato?