martes, 8 de mayo de 2007

ENTRE GATOS Y PERROS

...historia completamente real... ocurrió en mi casa... doy fé de ello!!!
Esta una historia de amor diferente. Ella es blanca, el es negro. Ella es una señorita de su casa, el es un vagabundo. Lo que los diferencia de una telenovela del mediodía es que son una perra y un gato, de eso no me queda la menor duda, aunque están enamorados, de eso tampoco me queda la menor duda. Y al que no me crea, lo invito a verlos como retozan cómodamente en los sillones de mi casa, mientras él le acicala el enrulado pelo con sus largas uñas y ella le muerde cariñosamente la cola y las orejas. No han pensado aun en un futuro juntos, se conforman con saber que tienen toda la noche cuando él llega y se mete por la ventana de la cocina, después de las 9 religiosamente. Aun no han echado lápiz a la educación de los posibles hijos, tampoco han considerado el lugar donde van a pasar la luna de miel si eventualmente mi madre le exige al minino cumplir con su deber de caballero, ni han pensado en como llegar a viejos si él tiene nueve vidas y ella solo una sola, es más, aun ni saben si en el carrito del mercado se verá Cat Chow o Purina. Nada de eso es importante, se tienen el uno al otro y tienen a la noche por cómplice.
Pero nosotros no somos tan conformistas, me refiero a todos los que esperamos primero las cosas añadidas para poder darle el sello de validación al sentimiento. Que nos presente a la familia, que nos incluya en las salidas con sus amigos, que nos escriba cartas o que deje de escribirlas, que no sea tacaño, que si hay boda o que si es bodafóbico (si es que la palabra existe) en fin, lo que podría ser una buena noche se puede convertir en un extenso memorial de agravios.
Esos somos nosotros, complicados a morir, porque el poco tiempo que tenemos juntos solo lo aprovechamos en las primeras semanas de noviazgo, porque hay ocasiones en que incluso los noviazgos pesan.
¿Nos vamos a ver esta noche? – preguntó él ilusionado. Ella, con un gesto indescifrable le respondió – ¿Hoy? No, que mamera, mejor dejémoslo para el Sábado –. El no respondió, la miro con cara de miedo y le dijo – Pero salimos con mis amigos ¿Vale? –. La cara de miedo de él combinaba a la perfección con la cara de fiera de ella. – Mejor no vamos a ningún lado – respondió ofendida mientras salía y azotaba la puerta.
Porqué no tenemos el placer de disfrutar cada momento, siempre nos complicamos más por lo que podría ser que por lo que es.
Porqué no darnos el gusto de mantener abierta la ventana de la cocina para entrar como gatos cuando queramos y ser felices cuando nos plazca, sin pensar en lo que pudo ser ni en lo que de pronto parece pero que si pero que de pronto no. Para salir de la cantinflada, por qué no aceptar la persona que tenemos tal y como es, sin importarnos que sea negro y nosotros blancos o que solo tenga la noche para venir a acariciarnos un poco. Propongo que en las noches todos dejemos abiertas nuestras ventanas internas, sin prevenciones y sin complicaciones, porque esa es la única manera que tenemos los gatos negros de encontrar una perrita blanca a quien amar.

2 comentarios:

Ana desde el Sur del Mundo dijo...

En una telenovela, hace muchos años, escuché una gran verdad:
la vida no es complicada, somos nosotros los que la complicamos...
Y vos venís a afirmar la cuestión... complicados a más no poder "por qué hoy me has dicho sólo 300 veces que me querés, igual que ayer... ¿por qué no una más?" ja ja ja!!!
Unicamente cuando aprendemos a amar sin pedir a cambio... únicamente cuando aprendemos a ver la belleza en cada gesto recibido... solamente en ese momento es cuando saboreamos un cachito de lo que es la felicidad: una sumatoria de pequeños instantes perfectos... doy fe de ello...

Da gusto venir a visitarte Dark Angel.

Un beso de más al sur y al este del mundo

Arquitecturibe dijo...

Cuando del sur soplan vientos tan agradables y llegan hasta mi lejana galaxia, comienzo a sentirme acompañado!!!! un abrazo