viernes, 7 de noviembre de 2008

Sobre el arte de contar cuentos XI

- ¡Que se joda!- Dijo Agustín completamente convencido, sonriendo con su dentadura incompleta y amarillenta – Quien lo mandó a huevón - complementó mirando el billete de dos mil que tenía en la mano y que minutos atrás le había entregado un chico de camisa azul quien, al pedirle para un pan, le entregó el botín con una única recomendación: “Gaste la mitad y me trae el cambio, confío en usted”
Una estruendosa carcajada sacó de su propio universo a una pareja que almorzaba conversando de películas que no le gustan a nadie, cuando Agustín paso, complacido de su hazaña e intrigado por la estupidez del joven donante ¿A quién se le podría ocurrir que una persona como él regresaría con el cambio de un billete? ¿Acaso el mundo maravilloso en el que el chico había crecido, lo había hecho tan idiota para comprender que en este planeta la ley es sobrevivir?
Se acercó a la panadería más próxima que encontró y extendiendo el billete pidió un suculento pan de mil que habría de proveerle la calma a ese volcán interior que ya hacia parte de su cotidianidad y que causaba estragos en ardores inclementes. La empleada de la panadería lo miró con un aire de superioridad atroz, le tomo el billete con el suficiente cuidado de no tener contacto alguno con la mano sucia del hombre y le tiró el pan y el cambio, un billete de mil.
Agustín sintió que el desprecio con el que fue atendido le hervía en las venas y le cambiaba de color la mugrosa cara sin afeitar. No dijo nada. Salió ofendido, como lo podría estar cualquiera y como cualquiera sintió un nudo en la garganta que lo oprimía y lo agobiaba. Nadie tenía derecho de mirarlo de esa manera, de humillarlo de esa manera. Esa perra comería del dinero que él había dejado en esa panadería; ella no le estaba haciendo ningún favor, ella no le estaba regalando nada, ni siquiera el chico de camisa azul que le dio el dinero le había mirado de esa manera… el chico de camisa azul que le había dicho “confío en usted”.
Pero ¿Qué putas le importaba a él que ese chico hubiese confiado en él? ¿Acaso al mocoso ese la Mama no le había enseñado que no se debe confiar en los extraños? Pues la Mamá de Agustín si se había empeñado en que este aprendiera claro esas lecciones… y otras muchas más, como la del infierno lleno de traidores. Agustín se miró al espejo, con sus pantalones rotos, su barba descuidada, su sonrisa con la dentadura incompleta y corroída… ya no era el hombre que su Mamá había educado, ahora los reveces de la vida le habían dejado sin familia, sin hogar, y sin la confianza de la única persona que le había regalado un pan y una sonrisa con el único compromiso de llevar el cambio.
Agustín se comenzó a quebrar por dentro; aquellas fibras sensibles que se habían protegido en la coraza de mugre y de miseria se veían amenazadas por alguien que nunca en la vida quizás volvería a ver. De repente todo era confuso, Agustín caminaba sin comprender su destino y miraba de vez en cuando el pan medio mordido en una mano y el billete extendido en la otra. El billete que no le pertenecía.
Un “confío en usted” comenzó a resonar como un eco esclarecedor en los cimientos más profundos de Agustín. Un eco que comenzó a hurgar en viejas heridas, en reproches continuos, en voces que siempre tuvieron una advertencia, una amenaza, un consejo, pero nunca un voto de confianza. Entonces comprendió la mirada de reproche de la empleada de la panadería, él mismo, al mirar su reflejo sin reconocerse habría hecho una mueca de repugna. ¿Para qué deseaba ser mirado con simpatía, si no era siquiera digno de confianza?
Fue entonces cuando soltó el pan sin darse cuenta y salió corriendo en sentido inverso al recorrido anterior. Empujó señoras, asqueó caballeros, cruzo frente a la ventana donde la pareja continuaba su almuerzo hablando sobre Frida Kahlo y a poco más de una cuadra vio al chico de camisa azul, sentado en la misma banca, quizás esperando el cambio, quizás con la certeza de que Agustín jamás regresaría. Miró de nuevo el billete y esta vez sonrió, con su sonrisa incompleta y hermosa y se sintió nuevo. El chico de camisa azul que le había dicho “confío en usted” le había devuelto algo que había perdido hacía mucho, mucho antes de los ardores del hambre y de las euforias de la droga.
Cruzó la calle con un paso inseguro y ansioso y alisó un poco el billete contra el pecho cuando un dolor agudo en el cuello le borró el panorama y le llenó los ojos de lágrimas.
- Así te quería encontrar gonorrea- le dijo “el mugre” mientras giraba cruelmente el puñal contra el cuello de su víctima. Una señora gorda gritó de pánico tomando a su niña de la mano, mientras “el mugre” huía guardando su navaja y Agustín caía formando un océano rojo, empuñando un billete de mil y mirando fijamente al chico que a una calle de distancia, lo estaba esperando en un acto de confianza que ya nunca podría agradecer.
Manuel se paró de la banca, se acomodo su camisa azul, miró a una multitud que a una calle de distancia se agolpaba a ver quizás algún vendedor de venenos o milagros, y pensó en el hombre aquel que no había cumplido con su palabra, que se había quedado con el cambio, que no había podido vencer sus propios demonios… ahora Manuel sabía que gente como esa no era digna de confianza.

17 comentarios:

Monchis dijo...

Hola Darkie,

Siempre me sorprende tu ingenio e inventiva.

Cada historia tuya es un bocado de maravillosa sabiduría.

Saludos,

Green dijo...

Santo cielo, quedé con más preguntas que vos...es una historia de cortometraje...qué agrado me ha causado en medio de toda la corrupción callejera leer esto. ¿Se dió cuenta el de la camisa azul del autor del carco escarlata? ¿Qué pasó con los que hablaban de Frida? ¿Nadie hizo nada? ¿Se apagó la luz? Qué barbaridad, te felicito, has logrado estremecer mis sentidos más ocultos...felicidades...sigue así, me has dejado ver una nueva faceta tuya, qué agrado!

Green dijo...

Dark hay que organizar lo de la convocatoria para la renovación del escudo patrio...¿cuando nos sentamos a hablar de eso?

CRISTINA dijo...

¡¡Qué triste final para dos buenas intenciones!!

Muy triste y muy bonito.

Me pregunto yo cuántos de los que tenemos alrededor devolverían el cambio...

Besos, DArk

Sixpence Notthewiser dijo...

Me tienes totalmente involucrado en esta historia... y me suena que ese billete simboliza algo mas...? Tengo que re-leerte para especular sobre tu subtexto.
Y por lo que me cuentas de querer salir de tu galaxia... te entiendo. Mucho mas de lo que te imaginas. Y no vale la pena 'salirse'... de verdad.

Thiago dijo...

Me cá cari, este cuente es tremendo, está genial escrito y es muy inquietante y misterioso... Una tremenda crítica de la deshumanización, pero con un final sorprendente e impactante,

cari, ademas de dibujar bien escribes como los angeles, ay...

Bezos.

dijo...

SIMPLEMENTE QUIERO QUE SEPAS QUE ESOY A TU LADO, DESDE MI LEJANA GALAXIA...
BESOS

jako dijo...

ummmm hoooo!!! remodelación a las vista... jajja dichosos los que tienen tiempo jjaja no mentiras amiguito... te quedo muy lindo todo, y aprovecho para darte las gracias por compartir tanto conmigo.

Marga dijo...

¿Nueva decoración?

Que pena que Manuel jamás supiera el final Agustín, que pena que siga pensando, erróneamente, que Manuel no era digno de confianza.

Pero al menos, Manuel murió en paz consigo mismo, Agustín todavía puede rectificar.

Jope mi ángel de alas hermosas, que final más triste...

Besitos corazón

Gustavo Puntila dijo...

Triste, deprimente, interesante, bonito; como dice green para un buen corto.

Oye que buena foto la de Sergio de tu fondo. La tomaste vos?

Abrazos!

Anónimo dijo...

Desgarrador.

MIGUEL

Vulcano Lover dijo...

Siempre me apasiono con tu derroche de imaginación y tu inmensa capacidad de fabulación...
:-))

No tengo novia dijo...

Ya está! A partir de ahora te voy a seguir hasta tu galaxia.

Besos y gracias.

BRILLI-BRILLI dijo...

Además de dibujar bien...joder como escribes!todo un artista,te felicito...besos desde Valencia

Paulafat dijo...

Hola Darkie.

Me gusta, como una persona puede ser víctima y victimario a la vez, el bueno y el malo.

Un abrazote!

Rosa dijo...

A pesar de todo, de que Manuél no supiera la verdad. DE alguna forma había salvado a Agustín, le devolvió la fe en sí mismo, en los valores que una vez le enseñaron y ya creía olvidados. Por una vez no fue tratado con desprecio o repugnancia, sino como el ser humano que era.
Después de todo... Manuél lo salvó en muchas formas.

Estupendo relato mi Dark, desapareces, pero cuando reapareces, lo haces como la más luminosa estrella de la galaxia.

El César del Coctel dijo...

Caramba Dark, qué buen relato... muy profunda la historia, impredecible