martes, 4 de septiembre de 2007

Ciclos


Las cuatro estaciones, los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales. Todos conservan un equilibrio, todas se fusionan en una armonía cíclica. Mi lejana galaxia no puede escapar a la gravedad que estabiliza. Mis puntos cardinales también son cuatro. Luisa (*) me entregó elocuencia y sabiduría, Luís (*) me dejó un sentido del humor genial, Julio (*) puso en mí el sentido del honor y el carácter… entonces entra en escena Angélica.
Mi abuelita Angélica era un indiecita del sur de Colombia. Supersticiosa, amorosa, rezandera, con una gran barriga de Santa Claus que se movía cada vez que se reía y mostraba orgullosa dos premolares de oro.
Angélica con sus platos de caldo de gallina para los enfermos. Angélica con los remedios caseros que combatían todo mal. Angélica domingo a domingo en misa, peleándole en franca lid con el diablo para que nosotros no nos pudriéramos en el infierno por dormir hasta tarde.
Mi abuelita creció en una vida agrícola que nunca la privó de las cosas básicas y necesarias, amante de las plantas a más no poder. Se hizo cargo de mi desde siempre y con la devoción maternal que mi joven madre aun no experimentaba, cuidó con ahínco una planta que ella relacionaba con mi buena fortuna y que curiosamente cambiaba de color cada vez que me enfermaba; fue Angélica la que dio rienda suelta a todos mis caprichos como si fuesen ordenes, criando un niño gordo como un chancho, gordura que ella relacionaba con salud. Angélica siempre tenía un plato de comida para el que llegara, aun cuando fuesen mucho, nunca faltaría, nunca habría hambre, ella había aprendido las artes de la multiplicación desde aquella época en que amantó por igual a todos sus hijos y a la mayoría de los sobrinos.
Angélica tenía una conexión directa con Dios; desde su mecedor de mimbre al pie de la puerta de entrada distribuía su tiempo entre la cocina, el arte de tejer y las novenas a todos los santos y para todos los efectos. Caso las que no se casaban, buscó trabajos cuando las causas estaban perdidas, halló lo escondido, se ofendió con la señora que fue a preguntarle si ella podía hacerle “brujería” a su esposo. Esa rutina fue su perdición, de estar sentada leyendo novenas y tejiendo sus piernas se acostumbraron a la quietud, sus pasos se fueron haciendo cortitos y lentos, la gran barriga navideña se fue agrandando y el camino hasta la iglesia la dejaba agitada.
Ochenta y dos eneros fueron suficientes para aprender, conocer, volar, soñar, llorar con las telenovelas y con la vida real.
Mi abuelita Angélica se fue un Mayo, dos años antes que su eterno Julio. Una falla cardiaca le ganó la partida a su cuerpo, pero su alma estaba en paz, siempre estuvo en paz con Dios y con nosotros. En sus últimas palabras decía ver un grupo de personas que vinieron por ella, las mismas personas que habría de describir Julio en su lecho de muerte y que mi familia relaciona con los santos a los que tanto pidieron ayuda. Ese día, a la planta que monitorea mi vida, se le cayeron temporalmente todas las flores.
Hoy en día Mis Abuelos Julio y Angélica están juntos en la misma sepultura. A cuatro metros, en una lapida de marmolina blanca una Virgen acompaña el nombre de Luís Ángel y en estos momentos voy a de salida a la parada de autobuses a recoger a Luisa que llega de Medellín con sus infinitas palabras y rigidez agobiante. De cualquier forma siempre se las arreglaran para estar a mi lado.

6 comentarios:

Max dijo...

Maravilloso retrato de un ser entrañable. Me ha gustado mucho.
Y los que ya habías hecho de tu otra abuela y de tus abuelos también magníficos, cada uno abordado desde un ángulo distinto.

Rosa dijo...

Y cómo no iban a caerse todas las flores, de esa planta que Angélica cuidaba con tanto amor... si tan unida estsba a tí, como ella pensaba.
He conocido por fortuna a laguién parecida en ciertas forma a tú abuela; siempre tejiendo, siempre trabajando, siempre con algo que invitar para todo aquel que llegará.
Que fortuna mi amigo... llevás una brújula en el corazón, tus cuatro puntos cardinales...imposible perderte.

Como remueves los recuerdos... que dulcemnete los sacas a flote... como si nos regalaras un sorbo de agua dulce de río.

salva dijo...

Niño es precioso el post, como recuerdas a tu abuela, lo que ha significado para tí y lo más importante la parte de ella que queda en tí.
Mi abuela también significó mucho para mí, y la recuerdo con cariño en muchas ocasiones.
Lo bueno que tienen post como este es que rindes homenaje a las personas que formaron parte de tu vida y fueron importnates para tí pero al mismo tiempo haces que los que te leemos recordemos a nuestros familiares, nos ayudas a rescatarlos.

Un besazo!.
Te sigo visitando desde mi galaxia.

JfT dijo...

Coincido con Salva. A mí también me has hecho recordar a mi abuela Angelita y sus inolvidables rebanadas de pan cubiertas de manteca y dulce de damascos casero, entre tantas otras cosas...

Qué lindo tener atesoradas así a las personas que han tocado tu vida. Felicitaciones, Angel oscuro.

JfT

pon dijo...

Enhorabuena por esa abuelita que te dio tanto y te enseñó tanto, y sigue caminando contigo.
Con cuanto cariño hablas de ella, este post te llena de luz.

Javier dijo...

Las abuelas, nuestras hadas protectoras.