jueves, 20 de septiembre de 2007

Sobre héroes personales


Por esta época Colombia esta en periodo de elecciones. Época donde los políticos se vuelven buenos, las ciudades se vuelven chicas y las calles se ven cubiertas por todo tipo de publicidad que pasado un tiempo hará parte de la indumentaria de los indigentes.
Pero lo políticos ya no tienen ideales. Ya no sienten el partido. Ya no viven al pueblo.
Los políticos actuales no son mas que prostitutas esperando que el pueblo venga, las emborrache y les pague por ello (ofreciendo todas mis disculpas a las prostitutas, quienes poseen más dignidad y convicciones)… entonces es donde les vengo a contar sobre uno de mis personajes favoritos. Un político.
"Hay que procurar que los ricos sean menos ricos y los pobres sean menos pobres."
Colombia caminaba por el final de los años cuarenta y la lucha de dos partidos por el poder nacional. El presidente Ospina Pérez quería mantener la bola en su terreno de juego; Jorge Eliécer Gaitán la iba a reclamar para la oposición.
Gaitán, ese era un verdadero político, no sé si sería un ladrón o si tendría líneas oscuras que su biografía no nos ha enseñado, pero yo admiro al hombre, al fulano que se levantaba en la gélida Bogotá a las cuatro de la mañana para darse un baño con agua fría y continuar así una jornada de horas interminables.
Supo entender a la muchedumbre, supo hablar el lenguaje de los ladrones, de las amas de casa, de los perdularios, de los que no tenían donde pasar la noche, de los que vivían de la misma noche; supo explicar lo que se sentía despertar en una ciudad que sentías ajena, que sentías extraña, que no te quería. Ese hombre es al que admiro, porque si bien cenaba en buenos restaurantes y vestía trajes finos, no era raro verlo compartir almuerzo en un restaurante de esos donde el mantel es de cuadritos y el menú se limita a un único plato elegido sabiamente por la cocinera.
“Un principio que debería ser la base fundamental de las auténticas democracias: el que no trabaja no come, que es opuesto a la simulación de la democracia en donde el que menos trabaja es el que más come."
Pero hay un punto donde me quedó prendado… el orador más allá del político. Gaitán tenían un verbo convincente y aterrador. Saboreaba las palabras, las empezaba con una tranquilidad pasmosa que poco a poco se iba desgranando en ademanes sinceros y convencidos, diluyendo las frases, entregándolas con fuerza que en una medida imposible de medir se volvía incontenible. Entonces las palabras ya no eran palabras, eran gritos desgarradores que el pueblo escuchaba con nudos en la garganta y con lágrimas en los ojos y que estallaba en vivas y aplausos cuando el les entregaba su histórico grito -"¡A LA CARGA!"-
Aun así, no fue en la congestión de banderas y vivas y gritos y aplausos donde se conoció su verdadero poder. El 7 de febrero de 1948 Gaitán realizó un desfile de duelo por las incontables víctimas de la violencia oficial en el país. Vestidos de luto, con riguroso negro aun en las rojas banderas que simbolizaban el partido, más de sesenta mil colombianos se volcaron a las calles, llegaron a cumplir con el mandato de su “jefe”. No dijeron una sola palabra, no dieron un solo grito, no hubo una sola arenga. Estaban de duelo porqué el caudillo del pueblo así lo había decidido… por él, darían hasta la vida.
“Señor Presidente: Aquí están presentes todos los hombres que han desfilado y demuestran una fuerza y un poderío no igualados y sin embargo, no hay un solo grito. Aquí hay una contradicción a las leyes de la psicología popular. Un pueblo que es capaz de contrariar las leyes de la psicología colectiva es un pueblo que os demuestra que tiene un espíritu de disciplina capaz de superar todos los obstáculos. Ningún partido en el mundo ha dado una demostración como ésta. Y esto obliga a los hombres universitarios a escucharla y oírla. Somos la mejor fuerza de paz en Colombia. Somos los sustentáculos de la paz en Colombia, y mientras en las veredas y en los municipios fuerzas minoritarias se lanzan al ataque, aquí están las grandes mayorías obedeciendo una consigna. Pero estas masas que así se reprimen también obedecerían la voz de mando que les dijera: Ejerced la legítima defensa”.
Gaitán fue asesinado el 9 de abril de 1948. Bajo hechos que se refugian en la penumbra de la historia el crimen nunca tuvo un perpetrador exacto. El único sospechoso fue despedazado por la marejada de hijos que se habían quedado huérfanos, habían perdido lo más grande que un hombre puede anhelar, habían perdido una razón para creer en un futuro. Despedazaron al sospechoso que quedo tirado en la plaza con su zapato izquierdo, la ropa interior a jirones y dos corbatas en el cuello. Despedazaron el tranvía que murió con Gaitán. Despedazaron a Bogotá y no sintieron pena por ello, porque querían despedazar al país, a ese país donde los sueños morían mucho antes de tomar forma.
"Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal."
Hoy les vine a contar de uno de mis héroes, al único que veo día tras día en los billetes de mil pesos (la imagen que puse equivale el precio de una coca-cola) y al que la historia colombiana no ha logrado reemplazar, pensaría yo que nunca logrará siquiera igualar.
“Yo no soy un hombre, soy un pueblo… el pueblo es superior a sus dirigentes”
Por eso, para hablar Gaitán, prefiero abrir la memoria y quitarme el sombrero.

5 comentarios:

pon dijo...

Duele Colombia.......

JfT dijo...

Por qué tanta gente buena que lucha y expresa sus ideales tiene finales como el del pobre Gaitán?... Por qué la verdad molesta tanto?
Un abrazo desde los pies de los Andes, angel oscuro.

JfT
El Vaquero Esquiador

CRISTINA dijo...

Me has enseñado algo de historia. Interesante todo lo que cuentas de este hombre.
Ya sólo por la frase "que los ricos sean menos ricos y los pobres menos pobres", merecería todos los respetos.

Un abrazo.

Sísifo de Éfira dijo...

De Colombia me sorprendió su riqueza. Por un lado su suelo y sus aguas pueden dar bastante para asombrar al mundo. Por otro, sus habitantes transpiran generosidad, hospitalidad, caballerosidad... esas cosas que uno ve en una sonrisa, un plato en la mesa y un rumbeo improvisado. Si hay un lugar en el mundo al que me gustaría volver,pero esta vez para una larga temporada, ese es Colombia. Conocí sólo una pequeña parte, pero ¿quién la conoce toda? Aspiro a ver el día en que los colombianos sean de verdad dueños de su país y el resto del planeta mire hacia ellos con envidia. Pero creo que para ello tendré que vivir muchos años.

Anónimo dijo...

Waooo.

Gaitan, gran persona, pero a estas alturas de la vida conociendo mi pasado y proceder me pregunto que hubiese sido mejor.

Su muerte trajo la violencia que nos asota dia a dia.

Si viviera estariamos en igual o peores condiciones que la hermosa Cuba.

Nadie ha hecho la diferencia como él.